Opinión

Recemos

La masacre de Miami del otro día, una vez más, no hace sino confirmar tristemente que la cantidad de americanos gilipollas supera todo lo imaginable. Muchos aquí se preguntan, con razón, ¿cómo es que tantos españoles siguen votando a Rajoy en esta escalada de recortes de la Sanidad Pública, la Educación y los Servicios Sociales? Sumado eso además al expolio económico, la corrupción y los sueldazos que se gastan ministros y servidores públicos, muchos en la cárcel o bajo sospecha de todo al mismo tiempo que tantas personas honradas tienen una pensión que da pena o no pueden pagar la luz o la calefacción. ¿Cómo es posible eso? Pues lo es. ¿Y saben por qué?, porque somos gilipollas. Pero incluso en eso los americanos nos dan mil vueltas, como en todo. 

Sigamos con la venta libre de armas, muchachos. Adelante. Es la segunda enmienda de esa preciosa y tan admirada Constitución a la que tantos americanos no quieren renunciar. Usted tenga un AK47 en el armario, que eso es lo lógico. ¿Por qué habrá en los EEUU casi veinte mil muertos al año por arma de fuego y en cambio en su vecino Canadá ninguno? ¿No les da que pensar? ¿No será que resulta muy difícil matar a alguien si no tienes un arma de gatillo fácil en casa? Todos tenemos cuchillos enormes en el cajón de la cocina, pero es que ellos tienen granadas y cargadores de cincuenta balas debajo de la almohada. Decididamente, son gilipollas.

Hace tiempo empecé a escribir un libro (que al final dejé a medias porque me cansé) sobre aquel chico, Elliot Rodger, que una mañana se cargó a ocho compañeros y compañeras de universidad simplemente porque eran guapos y guapas, y los chicos ligaban mucho con las chicas pero ellas no ligaban nunca con él, o eso era lo que él pensaba y así lo dejó escrito. No sé si lo recuerdan, era hijo de un director de cine de Hollywood. Muchos lujos, muchos coches, mucho dinero. Por supuesto el chaval era un psicópata, pero si no hubiera tenido armas de fuego a mano no hubiera matado a nadie.

La masacre de Miami es más de lo mismo. Un país en el que tantos de sus habitantes se creen John Wayne no está bien de la cabeza. Yo fumo mucho, como John Wayne que murió de cáncer de pulmón, pero no voy por ahí con un Winchester en la mano. Y adoro a los Estados Unidos, me encanta su historia, su música, su cultura, su cine, etc. Y tal vez por eso me parece tan patética su estupidez. Una estupidez que no tiene explicación. Los gobiernos no están para dejar a sus ciudadanos hacer lo que les dé la gana, sino para protegerlos incluso de sí mismos. Pero sospecho que a Mr. Donald Trump tan solo le interesa la televisión y que no dejen de votarle los de la Asociación Nacional del Rifle. Recemos. Que Dios nos asista.

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