Opinión

Recuerdos

Hace unas semanas subí a mi Facebook el retrato que el fabuloso grafitero (esta palabra es absurda, mejor digamos artista) ourensano Mon Devane pintó en una pared en Vigo, un retrato de Morris en su papel del patriarca Charlín en la serie de TV Fariña.

Después aproveché para subir otro retrato, uno que le hice yo a Morris en los años ochenta. Un retrato en blanco y negro hecho con una cámara de placas Toyo de 9x12. Formaba parte de una serie de retratos de actores para un reportaje de una revista que se llamaba Ith como el hijo de Breogán, aquel que se fue a conquistar Irlanda (!). Era una revista cultural y de moda escrita solo en gallego e inglés y que editamos en aquellos años desde Galicia Moda o desde Luis Carballo Publicidade, que lo mismo da.

Resultó que en Facebook tanto la imagen de Mon Devane como el retrato en blanco y negro que le había hecho yo recibieron un montón de comentarios (el de Mon más, por supuesto), lo que me llamó la atención. He de decir que Morris y los otros actores que fotografié entonces para aquel reportaje salieron todos estupendamente, eso sí. No es por darme bombo pero me gustaba el retrato fotográfico y en aquella época lo hacía creo que bien.

Yo entonces estaba chiflado con la fotografía, y para aquellas fotos construí un escenario de madera en forma de triángulo isósceles imitando el famoso triángulo/escenario de Irving Penn, el gran fotógrafo americano. Un escenario que monté yo mismo copiando el de Irving Penn ya digo, a base de tablas, listones de madera, clavos, martillo y pintura, con la inestimable ayuda de mi asistente entonces, José Luis Conde, fotógrafo y gran maestro del revelado y positivado. Después metíamos a los personajes a retratar en aquel hueco, lo que hacía que un poco agobiados por la estrechez de las paredes, adoptaran poses y posturas bastante especiales. Supongo que en cada caso revelaban algo de su carácter. Morris salió muy bien.

Irving Penn tiene una foto preciosa de esa serie suya, un retrato de Truman Capote jovencísimo encerrado entre esas paredes, de rodillas sobre una silla Tonet, una foto que evidencia su angustia adolescente, la de Capote quiero decir.

Irving Penn tras casarse con la mejor modelo de su época, la guapísima Lisa Fonssagrives y siendo el fotógrafo mejor pagado de América abandonó la moda y se fue con Lisa, una cámara y un estudio portátil a recorrer el mundo fotografiando a los parias de la tierra por Perú, Ecuador, África, Extremo Oriente... Y los fotografiaba con el mismo respeto y elegancia con que Velázquez retrataba a los enanos de la corte de Felipe IV. Como si aquellos enanos también fueran reyes. Seguramente lo eran.

Yo nunca fui Irving Penn, claro, pero disfruté como un enano de Velázquez imitándolo y aprendiendo de él. Hoy le doy las gracias a Mon Devane y a Morris por recordarme aquello.

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