Opinión

Reflexiones perrunas

Como ahora tengo mascota ciertas cosas empiezan a interesarme y me llaman la atención. Y me parecen en parte una metáfora de la estupidez que nos invade en otros muchos ámbitos. Vale, ya sé que son bobadas pero me dan que pensar y claro, antes no me fijaba; ahora sí.

El Ayuntamiento de Mataró (los catalanes siempre son los primeros en estos temas tan importantes) multará con hasta 750 euros a los propietarios de perros que no limpien con agua sus orines en la calle. Alucinante. Supongo que solo es otra forma de sacar pasta, como la zona azul de aparcamiento y otras ideas parecidas. ¿Tengo que llevar una botella de agua cuando salgo de casa con el perro? Otra cosa: ¿me van a calcar 750 euros a mí y también al propietario de un san bernardo? Porque los orines de mi perro que es un chihuahua, por cierto bastante más inteligente por lo que veo que los redactores de la ley en cuestión, se recogen con un papelillo de liar. Y yo lo hago. Los de un san bernardo no se recogen con un papel de liar como sabe muy bien cualquiera que tenga un san bernardo en casa. Otra reflexión: si yo viajo en tren en la Renfe con Atticus, mi cachorro, tengo que pagar por él un billete que cuesta el 25% del billete de una persona. ¡Cielos! Cualquiera puede meter en el tren una maleta de treinta kilos y no le cobran más por eso. Y mi perrito que va en mis rodillas, no ladra ni molesta y pesa mil ochocientos gramos ¿tiene que pagar el 25% de un billete? Increíble pero sí.

Atticus es un bebé de solo cinco meses, divertido y juguetón como lo es un bebé, y hace solo dos meses que sale a la calle. Por las tardes, después del correspondiente paseo suelo ir a un pub de un amigo que está cerca de mi casa, me siento con él en la terraza y me tomo una caña. Como en mi barrio hay muchos perros, así Atticus "socializa" y juega con los que pasan por allí. Durante unos cuantos días no pude ponerlo en el suelo, tenía que estar en una silla. ¿Por qué? Porque el suelo estaba lleno de fragmentos de cristal y durante días los servicios municipales de limpieza no regaban a conciencia esa calle. Aunque el propietario del pub, mi amigo, barría la acera, eso no era suficiente y siempre quedaban cristalitos en los intersticios de las baldosas. Atticus, que es curioso y juguetón, los lamía, los masticaba y podía hacerse daño. 

O sea, señores del ayuntamiento de Mataró o de cualquier otro: los propietarios de chihuahuas, san bernardos, o aquellos que no tienen ningún perro, pagamos todos los mismos impuestos ¿saben ustedes? Hagan su trabajo que para eso cobran de nosotros. Y si no pongo aquí la última palabra que se me ocurre es por no ensuciar el final del artículo. ¡Guau!

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