Opinión

Rosas y parques

Hace dos semanas coincidí en la terraza del Latino con Moncho Conde Corbal, agudo periodista de este diario, y con su mujer Paloma (espero que no les importe que ponga sus nombres aquí, si no ya la he fastidiado).

Charlamos un rato y me contaron una escena que habían presenciado en Madrid y que les había enternecido. Como Paloma sugirió que daba para un artículo, aquí va. Gracias.

Iban ambos hacia el Retiro y delante de ellos, en la calle, dos chicos jovencitos se encontraron y se abrazaron. Un abrazo –dijo Moncho– a primera vista entre amigos. Pero muy cariñoso. Era algo más.

Aun siguieron caminando detrás de los chicos un rato, también iban al Retiro. No sé si entrarían por La Rosaleda, lo digo por el título de esta columna. Pero ya dentro del parque los chavales se cogieron de la mano primero tímidamente y después se besaron. Al fin tomaron otro camino y los perdieron de vista.

La anécdota nos dio para algunas reflexiones. Vale, hoy esos chicos pueden tomarse algo en una terraza de Chueca, en el Village de NY, en el Castro de San Francisco o en otros sitios donde no heterosexuales pueden besarse o acariciarse en público con relativa tranquilidad. Pero no pueden hacer lo mismo en el Obradoiro o en la Plaza Mayor de Salamanca. Y ni hablemos de un pueblo pequeño.

Yo les conté que el escritor americano Gore Vidal solía decir que el movimiento gay había fracasado. Típica opinión de Gore Vidal al que le gustaba mucho epatar, sobre todo a los suyos. Según él, en los sesenta en Estados Unidos se pusieron cinco cosas sobre la mesa: feminismo, derechos civiles, derechos de los negros, paremos la guerra de Vietnam y movimiento gay. Y añadía: "Las cuatro primeras se consiguieron, la quinta no". Cuando le preguntaban por qué creía eso, contestaba: "Nos faltó una Rosa Parks".

Rosas y parques. ¡Vaya, qué coincidencia! Estábamos en el Retiro ¿recuerdan? En La Rosaleda. Y Rosa Parks, una jovencita negra viajaba en 1955 en un autobús de Montgomery (Alabama) cuando se negó a cederle el asiento a un blanco. No fue reivindicativo. Simplemente llevaba todo el día de pie y tenía los pies hinchados. Pero supuso el principio de las manifestaciones que acabarían en la marcha sobre Washington. Y el éxito de aquella marcha fue que no solo fueron a ella los negros, sino todos.

Hay un estudio del CIS hecho en 2010 entre jóvenes españoles de 15 a 29 años titulado "Actitudes de la juventud ante la diversidad sexual". A la pregunta ¿qué te parece que dos chicos vayan de la mano y se besen en público? un 69,8% respondió que le parecía bien; un 14% que ni bien ni mal; y un 14,5% que mal.

Ya que a casi un 84% le parece bien o ni bien ni mal, quizá es que nuestros jóvenes hoy caminan ya resueltamente hacia Washington... aunque algunos aun no quieran darse cuenta.

Te puede interesar