Opinión

¡Santa Semana!

El título de este artículo es el de una antigua campaña publicitaria mía de los años noventa. Una campaña de la desaparecida Galerías Preciados. Muchos no recordarán a Galerías Preciados, era la competencia de El Corte Inglés. Los únicos otros grandes almacenes de España. Galerías acabó siendo absorbido por el Corte. Por supuesto aquella era una campaña de Semana Santa en la que ofrecíamos jugosos descuentos y grandes rebajas en los centros por todo el país. El titular era una broma del lenguaje. Una bobada. Creo, no estoy seguro, que ningún católico se molestó. ¡Santa Semana! o Semana Santa... qué más da.

Un imán iraní radicado en Londres que se llama Anjem Choudary, se está planteando denunciar a España ante el tribunal de Estrasburgo por las procesiones de Semana Santa de nuestro país. Según él son una ofensa para los miles de musulmanes españoles que se ven obligados a vivir su religión en la clandestinidad. ¡Vaya, qué increíble, yo pensaba que su religión era básicamente clandestina y que esa era la gracia!

Seguro que se están desternillando ustedes de risa, pero lo tremendo es que es cierto. El tipo con su barba y todo, ya se lo imaginan, es de esos que no se lavan ni afeitan, un moderno, se lo cree a pies juntillas. Va en serio.

A mí que no soy creyente, la idea de ese hombre me parece sencillamente alucinante. Ingeniosísima. No entiendo como no se me ha ocurrido antes a mí. ¿Se dan cuenta? Acabemos con la procesión del Rocío, con la del Jesús Despojado de Sevilla, con el Cristo de los Gitanos de Granada o con la Tamborada de Hellín. Que las quiten. Todo para que cuatro imbéciles puedan arrodillarse en la plaza mayor enseñando el culo como si estuvieran haciendo Pilates y rezándole a Mahoma. O eso dicen ellos. Vale, vale, se me ve el plumero. Lo siento. No soy yo muy promusulmán. Ya lo sé. Perdón. No quería ofender a nadie. Sorry.

Me centraré. Al señor Choudary, que estará hasta sus pobladas cejas de leer las suras del Corán, le parece indignante que en España haya procesiones. Lo entiendo. A mí me parece indignante que en su país de origen cuelguen a los homosexuales de las grúas. Tengo un amigo, Pepe Fernández, que un día me dijo ¿tú cuando pasas por delante de Grúas Doniz (una empresa que está en la carretera de Madrid), no te imaginas las grúas llenas de tíos colgados? Desde entonces, y hago ese trayecto todas las semanas, siempre que paso por delante de Grúas Doniz tengo que mirar hacia otro lado. Pepe, maldito seas, eres un cerdo.

Al señor Choudary le molestan las procesiones españolas. A mí me molesta él. Y la verdad, creo que hay que colgarlo de una grúa Doniz. ¡Ay, me encantaría ir en el autobús Vigo-Ourense un sábado por la mañana y verlo allí colgadito de la preciosa grúa amarilla! Uhhm ¡qué delicia!

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