Opinión

Tierras de penumbra

Sí, soy judía. Pero no judía, judía, ya me entiende. Soy cristiana, pero me educaron para que fuera una buena atea.

– ¿Atea?

– Sí. ¿Le escandaliza?

– ¡Qué va! Yo también fui ateo durante un tiempo.

El diálogo pertenece a la maravillosa e imprescindible película "Tierras de Penumbra" de David Attenborough, del año 1993, y se produce entre Joy Gresham (Debra Winger) y C. S. Lewis (Anthony Hopkins).

La historia de C. S. Lewis y Joy Gresham es una de las más brillantes historias de amor, moderna y real además, que podemos conocer de cerca. A fin de cuentas Romeo y Julieta o Tristán e Isolda son personajes más o menos imaginarios; Juana la Loca y Felipe el Hermoso no son sino una mentira gigante, creada por la historiografía oficial y el arte; y Abelardo y Eloísa están demasiado alejados de nuestro mundo y nuestros sentimientos de hoy. Además ¿quién querría ser alguno de esos personajes? Nadie. Sus historias nunca acaban bien. Como le decía la niña de "Camino", la película de Javier Fesser, a su padre en un momento: "¡Ay sí!, cuéntame un cuento, la Cenicienta. Pero cuéntame el final directamente, papá, que la parte triste ya me la sé."

Todos nos sabemos la parte triste, claro. Y no nos gusta. Normal. Hace poco volví a ver "Tierras de Penumbra", una película que narra de forma impecable esa historia de amor entre el escritor inglés C. S. Lewis y su esposa, la poetisa americana Joy Gresham, hasta la muerte de ella y aun después.

A mí nunca me gustaron los libros de C. S. Lewis, no es un autor al que conozca mucho, la verdad. Las "Crónicas de Narnia" me aburrieron y las dejé en la página cincuenta. Seguramente la culpa de eso fue solo mía, en aquella época yo prefería a Roald Dahl, o puestos en una tesitura parecida a Tolkien. Pero C. S. Lewis escribió un libro diminuto y prodigioso. En su primera edición en español se tituló "Una pena observada" con traducción, creo, de Carmen Martín Gaite. Hoy pueden encontrarlo ustedes con otro título parecido: "Una pena en observación". En ese libro Clive Staples Lewis narra minuto a minuto y sin contemplaciones el sufrimiento que le produjo la muerte de su esposa. Yo creo que "Una pena observada" es la historia de un itinerario mágico, uno casi imposible que empieza con la muerte y acaba con un renacimiento.

Quizá este artículo parezca algo inapropiado para el verano y seguramente lo es, ¿les estoy recomendando que lean el diario de un viudo trágicamente sumido en el dolor? Pues sí. Eso es lo que estoy haciendo.

"Una pena observada". Léanlo y después me dicen qué les ha parecido. Al fin y al cabo, como aclara otro personaje de la película: "Leemos para saber que no estamos solos". Y bueno, para terminar, tanto si deciden hacerlo como si no (leer el libro), recuerden que no tienen porqué darme las gracias. De nada.

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