Opinión

Todo cambia

Cambia lo superficial / cambia también lo profundo / cambia el modo de pensar / cambia todo en este mundo. / Cambia el clima con los años / cambia el pastor su rebaño / y así como todo cambia / que yo cambie no es extraño."

Así cantaba Mercedes Sosa aquella canción "Todo cambia". Mercedes Sosa fue uno de mis mitos musicales juveniles, como me imagino que para muchos otros de mi generación. Una generación que musicalmente se educó, o yo lo viví así al menos, entre la canción protesta sobre todo sudamericana como la de la propia Mercedes Sosa, Víctor Jara, Violeta Parra o la Nova Trova Cubana; el tropicalismo brasileño de Caetano Veloso, María Bethánia o Gilberto Gil, y los cantautores españoles, Paco Ibáñez, Serrat o Aute por citar algunos; y todo eso convenientemente aderezado con el pop y la música disco, desde Depeche Mode o Cindy Lauper hasta Gloria Gaynor o Michael Jackson. ¿Qué más daba? Nos valía todo. Todo cambia.

Pero Mercedes Sosa, aquella argentina guapa que de mayor se puso gorda (no fea, eh, siempre siguió siendo guapa), tenía una voz tan bonita y potente que quitaba el hipo, con aquellos cambios de tono preciosos que solo sabía hacer ella y se movían entre el sonido delicado y sutil de una adolescente hasta otro que de pronto, inesperado, se transformaba en una voz recia, bronca y varonil que parecía haber salido del bosque como una fiera y te hacía saltar las lágrimas. Cambia, todo cambia. "Cambia lo superficial / cambia también lo profundo / cambia el modo de pensar / cambia todo en este mundo".

No sé por qué pero estos días pasados me he acordado de ella y como a estas alturas ya no tengo ningún disco suyo me he puesto a revolver internet buscando, pero no he encontrado la canción que yo quería. Sí he encontrado, claro, sus preciosas versiones de "Gracias a la Vida", "Alfonsina y el Mar", "Solo le pido a Dios" y otras famosas con las que he disfrutado volviendo a escucharlas, pero no la que perseguía en mi infructuosa búsqueda, una canción que creo era originalmente de Cafrune y que tuve, cantada por ella, en uno de aquellos absurdos cassetes de plástico que llevábamos en un bolsillo e intercambiábamos con los amigos como si fueran una prohibición: yo te paso el último de Silvio y tú me pasas el último de Quilapayún. Como si traficáramos con música.

Ni siquiera recuerdo el título de aquella canción. Creo que era "Tope Puestero", pero no lo sé. Solo sé que empezaba con estos preciosos versos que nunca he olvidado: "Rejuntador de toradas / y de yeguadas salvajes / se le refleja en los ojos / la soledad del paisaje. / Tope, tope, tope, / topemelo al aguacero / todas las penas sin dueño / siempre las topa el puestero."

Bueno, supongo que con los años me vuelvo nostálgico pero no me importa: todo cambia.

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