Opinión

La tregua de Navidad

La "Tregua de Navidad" se produjo durante la Primera Guerra Mundial. En 1914 soldados alemanes, franceses y escoceses acordaron espontáneamente y sin contar con sus superiores un alto el fuego por Navidad. El hecho ocurrió en el frente occidental y se extendió por toda la línea de guerra durante días. En algunos sitios llegó hasta febrero.

Hacia el 25 de diciembre, en un punto de la Francia ocupada y para sorpresa del ejército aliado, los alemanes instalaron junto a sus trincheras unos coloridos árboles de Navidad que les había enviado el Kaiser. La noche del 24, el tenor alemán Walter Kirchhoff, que servía como soldado allí, comenzó a cantar un conocido villancico alemán: "Stille Nacht", "Noche de Paz". Enfrente los escoceses decidieron acompañarlo con sus gaitas y poco a poco los soldados de ambos bandos se unieron a los cantos.

Los alemanes fueron los primeros en abandonar sus trincheras enarbolando banderas blancas y aproximándose a las líneas enemigas. Franceses y escoceses salieron igualmente y se juntaron con ellos en tierra de nadie para compartir, aunque solo fuera por unos días, tabaco, whisky, comida y conversación. O para jugar un partido de fútbol. Hay constancia, incluso fotográfica, de al menos dos de esos partidos. La tregua sirvió también para que unos y otros pudieran recuperar a sus muertos y darles sepultura.

Los periódicos británicos que se atrevieron a publicar fotos de escoceses posando con alemanes fueron confiscados por el gobierno inglés. Y muchos soldados, supuestos instigadores de la tregua, fueron fusilados. Al año siguiente altos mandos militares de ambas partes se encargarían de que la cosa no volviera a ocurrir, programando ataques masivos esos días. La historia la contaron películas como "Oh What a Lovely War" de Richard Attenborough o "Joeux Noël" de Christian Carion.

Muchos consideran la "Tregua de Navidad" el último gesto de caballerosidad entre combatientes en guerra, un gesto casi poético, más propio del mundo antiguo que del siglo que venía. En la película de Carion, al final el príncipe Guillermo visita al teniente alemán y a sus hombres en un sucio vagón de ferrocarril, para transmitirles su desprecio y comunicarles en persona que como castigo los mandan al frente ruso. El príncipe hasta se burla de la Cruz de Hierro del teniente. De pronto descubre una armónica en la mano del joven soldado Jörg y enfurecido se la arrebata, la tira al suelo y la pisotea. Después se va y el tren arranca. En la oscuridad del vagón que se aleja el teniente alemán y sus hombres tararean "I'm dreaming of home", "Sueño con mi hogar", la canción que solía tocar Jörg con la armónica, una que le habían enseñado los escoceses.

Hoy la guerra está en demasiados frentes. Y a tantas fotos de niños muertos que inundan la prensa e internet yo quisiera contraponer otra foto que también habrá en internet, seguro: la de un chico judío y una chica palestina besándose... con una alambrada de por medio.

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