Opinión

Los Vignelli

Este 23 de diciembre se murió Lella Vignelli a los 82 años. Ya en 2014 había muerto su marido, Massimo. Yo diría y la mayor parte de la gente que sabe algo de estas cosas también lo diría, que dos de los más grandes diseñadores del siglo XX y el XXI. 
Gracias a un fabuloso jefe que tuve en los noventa, Terron Schaeffer, pude colaborar con ellos y aprender de ellos durante tres años desde Madrid y durante una temporada en Nueva York. Digo que fueron tres años pero en realidad sigo aprendiendo de ellos hoy así que fueron casi treinta, los mismos que tenía yo, apenas un chaval, cuando los conocí. 

Lella y Massimo eran dos de las personas más brillantes y generosas que he conocido. Para mi, un chico ingenuo de provincias, de Ourense una lejana esquina del imperio, entrar a trabajar en su espectacular oficina del 130 en la calle 67 desde la que podías ver un skyline de 360º de Nueva York antes de que cayeran las Torres Gemelas fue como entrar en el cielo, aunque aquel barrio se llamara coloquialmente "La Cocina del Infierno", "Hell's Kitchen". Incluso hay una película muy violenta de Robert de Niro ambientada allí que se titula así.

Los diseñadores no suelen ser conocidos por el público, así que siempre que tenía que explicarle a un profano quienes eran Massimo y Lella recurría a un par de ejemplos metafóricos, pero reales. Uno: No hay ningún sitio en Nueva York en el que puedas estar de pie sin tener delante algo de ellos. Y dos: Imagínate que eres un joven pintor y te dan la oportunidad de trabajar tres años con Pablo Picasso, pues eso fue como diseñador gráfico lo que me pasó a mi con Massimo.

Lella y Massimo son los autores por ejemplo de la señalización de los metros de Nueva York y Washington, de la señalización de la Estación Termini de Roma, de la imagen de American Airlines, Bloomingdales, el Moma, Lancia, Cinzano, Benetton o IBM entre una interminable lista de compañías cuya imagen está indeleblemente grabada en nosotros. También son autores de diseños de muebles, lámparas, vajillas, joyas y otros objetos incluidos en exposiciones permanentes del Moma y otros museos. 

Tenían una frase que definía su trabajo con exactitud: "Nos gusta que el diseño sea visualmente potente, intelectualmente elegante y sobre todo intemporal".  Desde luego era las tres cosas. Muchos de sus diseños siguen siendo igual de buenos y modernos hoy, incluso treinta o cuarenta años después.

Pero además estaban su cortesía y su cariño exentos de presunción. Cuando mi ex, Manuela, fue a Nueva York a visitarme, un día fuimos los dos a Vignelli Associates para que ella conociera a Massimo y Lella. Y Lella nos regaló entonces dos entradas (muy codiciadas) para un musical de Broadway famoso: "Crazy for you", "Loco por ti".
Yo creo que Lella y Massimo están en el cielo, diseñando cosas preciosas para Dios. Estoy seguro.

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