Opinión

Boina del Che o de Martiño

Vaya boina llevas al estilo del Che, como cantaba Sabina", bromeó un cliente con el tabernero cuando se piraba con la gorra calada hasta los cejas al terminar el turno. "De eso nada, la llevo como Martiño Noriega", respondió sin prolongar la coña. "Desde que estuvo en Cuba se le fue repentinamente el Castrismo", disculpó su compañero mientras en la televisión recordaban la inmensa figura de Fidel.

Los mitos acostumbran a caerse cuando uno se sienta a la misma mesa que el pueblo. Las buenas intenciones que se le presuponían a la Revolución acabaron con una sociedad más preocupada de delatar al que discrepa por  contrarrevolucionario que de intentar cumplir sus sueños en libertad. La sanidad y la alfabetización, que no es lo mismo que educación, no se le pueden negar al régimen castrista. Educar es formar a ciudadanos para que piensen y disientan, pero entre el sistema educativo de Castro y el de Franco no existen grandes matices, quizá por eso compadreaban y en Cuba se decretaron tres días de luto cuando palmó el dictador ferrolano.

Padre decía que con Franco podías andar por el Paseo de la Castellana con un millón de pesetas en el bolsillo sin que nadie intentase robarte. El hijo caminó por el Malecón a altas horas de la madrugada con mil euros encima con la misma sensación de seguridad. La imagen con la que se abandona Cuba es la de tres tipos sentados delante de un teléfono en la oficina del Comité de Defensa de la Revolución que hay en cada cuadra y uno de ellos sobando. Tanta seguridad acaba matando lentamente. El bloqueo no ha ayudado, pero resulta curioso que en una isla casi no se consuma pescado porque no existe industria pesquera. Queda mucho para la victoria, Comandante. 

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