DEMAGOGIA, SECESIONISMO Y POLICíA

Que un personaje como Rubalcaba, actual secretario general del PSOE y ex ministro de Interior, se dedique a criticar y descalificar públicamente la impecable actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, impidiendo la toma del Congreso y velando por la integridad física de los diputados, constituye una verdadera indecencia moral y dialéc-ticamente. Cabría preguntarse qué habría ocurrido en caso de que el grotesco grupo de desalmados lograsen penetrar en el Hemiciclo y cuales sería los comentarios de sus señorías, comenzando por el citado Rubalcaba.
Con similar intención manipuladora, Arturo (hasta el año 2000) Mas, en el momento de producirse la firma del documento de convocatoria de elecciones autonómicas, ridículamente filmado con toda pompa, el presidente en funciones, aprovecha para afirmar que el Estado 'no podrá utilizar las armas' contra el proceso de autodeterminación. Sin duda, catalanes y residentes en Cataluña deberían agradecerle a su presidente este tipo de tranquilizadoras afirmaciones, para evitarles todo tipo de miedos y temores sobre la posible invasión de su territorio. Incomprensible la sarta de estupideces que pueden llegar a decirse a cambio de ganar unos comicios y mantenerse en el poder otros cuatro años más. Lo curioso del caso es que en ninguna de las soflamas que este peculiar político les dedica a sus administrados, haga mención de los 700.000 parados y la deuda acumulada de 44.000 millones de euros unido a que por el momento, lo único que les está enviando el Gobierno de España, son millones de euros para que la Generalidad pueda pagar las nóminas de sus funcionarios y otras deudas.

Con relación a la deriva secesionista catalana, resulta torticera la pretendida politización que supondrá el enfrentamiento Barcelona-Real Madrid de mañana domingo, pidiendo a la afición culé que acudan al estadio con banderas independentistas. Tratar de manipular políticamente el futbol hasta ese grado, terminará degradando el bien ganado prestigio de nuestra liga, considerada como la mejor del mundo. Esperemos que los primeros 400 millones de euros consignados para socorrer a la Generalidad no los destinen a adquirir las citadas banderitas.

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