la vulnerabilidad de los gobernantes

Después de la aparición del presidente Rajoy en el Parlamento para dar 'explicaciones' sobre sus relaciones con Luis Bárcenas, durante veinte años gerente y tesorero del Partido Popular, queda claro, entre otras cosas, su incapacidad para controlar las andanzas de rapiña de un subordinado clave en la organización de su partido.
A los gobernantes no se les pide sólo un programa de gobierno para satisfacción de la mayoría de los posibles votantes; han de mostrar inteligencia para gestionarlo y llevarlo a la práctica, además de la capacidad para resistir a las fuerzas sociales o individuales que lleven a cabo prácticas para bloquear el programa. En consecuencia, además del reconocimiento del engaño de las personas, se hace necesario la exposición de medidas que garantice a los ciudadanos la invulnerabilidad del gobernante. La transparencia es sólo el primer paso. Estas medidas pueden referirse al aspecto psicológico, pero no es suficiente; nos interesa sobre todo la vertiente de la organización de la política y de la administración de la política que nos asegure el servicio a los ciudadanos de la acción de los políticos.

Una de las razones para explicar la desafección de los ciudadanos para con los políticos y para con la democracia partidista hay que buscarla en la vulnerabilidad de los gobernantes ante los intereses y la servidumbres creadas al margen de los intereses de los ciudadanos. La democracia es el reconocimiento de que todos vivimos a la intemperie. Y de que necesitamos mecanismos eficaces para controlar el abuso de poder, para que nadie nos pueda imponer su voluntad en nombre de la naturaleza de las cosas.

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