Odile Rodríguez de la Fuente: “Hay zonas donde hay que hacer control del lobo, mal que me pese”

Foro La Región con Odile Rodríguez de la Fuente.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Foro La Región con Odile Rodríguez de la Fuente. Foto: Xesús Fariñas
Odile Rodríguez de la Fuente presentó el libro que elaboró sobre su célebre padre y comunicador, Félix, en el Foro La Región

Un niño libre y altaraz, enamorado de la naturaleza, disciplinado y riguroso pero que amaba vivir lo salvaje. Ese es el retrato que hizo Odile Rodríguez de la Fuente de su padre, el célebre naturalista y comunicador Félix Rodríguez de la Fuente (Poza de la Sal, Burgos, 1928-Shaktoolik, Alaska, 1980), en el Foro La Región celebrado ayer en la sede de Afundación.

“Félix hizo de la divulgación ambiental un fenómeno de masas”, dijo Odile, bióloga y presidenta de la fundación que lleva el nombre de su padre, una figura capaz de reunir a niños, jóvenes y abuelos junto al televisor. Su programa “El hombre y la Tierra” fue n éxito audiovisual que cautivó a 800 millones de espectadores en el globo. De la misma manera que su Enciclopedia Salvat de la Fauna, traducida a 14 idiomas, supo atrapar a los lectores con 18 millones de volúmenes en España.

De la admiración de la figura de su padre nació el libro que presentó en Ourense: “Félix. Un hombre en la tierra” (GeoPlaneta, 2020). Para elaborarlo buceó en la extensa obra de Félix, que incluye 300 horas de radio y contenido audiovisual y escrito. “El libro realmente es de mi padre. Lo único que he hecho es hacer un collar con perlas de su pensamiento”, explicó. Una decisión, la de ponerse a escribir, que tomó para “reivindicar su pensamiento como filósofo y humanista”. 

Una persona magnética

Tras ser presentada por el ingeniero de montes Xosé Benito Reza, quien afirmó que el magnetismo de Félix marcó su decisión a la hora de escoger carrera, Odile Rodríguez de la Fuente narró la biografía de su padre. Un niño que tardó en escolarizarse, y que aprovechó sus primeros años para vivir “libre y montaraz” en la naturaleza, desbordando curiosidad.

Hasta que con diez años ingresó en un internado en Vitoria. “Someterse a una serie de reglas, y más tarde meterse en la universidad y estudiar Medicina, le dio preparación, rigor y disciplina intelectual”, relató Odile, quien justificó que su padre viese la naturaleza como un sistema donde todo dependía entre sí: “Esta visión de conjunto le viene de haber estudiado Medicina”, cuando aprendió el funcionamiento del cuerpo humano.

Su pasión por lo salvaje lo ligó a la cetrería y a la etología, la rama que estudia el comportamiento de los animales. Él quería vivir lo salvaje, “lo que te enseña la naturaleza a traves de vivirla”, dijo Odile. “Por eso la gente de los pueblos -añadió- saben muchísimo, porque son depositarios de un legado oral de mucho tiempo atrás”.

Su rica biografía, que incluyó más experiencias como los viajes a África, le imprimió un carácter cautivador al que sumó su interés por la palabra y, en especial, la expresión oral. “Apenas escribía, rendía culto a la palabra. Cuando hacía los programas de radio no llevaba ni una nota, lo improvisaba todo”, afirmó Odile: “Eso le dio esa espontaneidad y esa autenticidad a su magia comunicativa”.

Pero buena parte de la capacidad que tenía Félix para hechizar al público se debía a su empatía. “Era capaz de barrer distancias, fue una persona muy querida”, observó la bióloga. “Cada vez hay más gente que hace comunicación medioambiental, y hay una parte muy dogmática: ‘Yo sé y te voy a enseñar a ti que no sabes’. ¿Y quién es uno para juzgar al otro?”, lamentó.

Caza del lobo

En este sentido, dio su opinión sobre la prohibición de cazar al lobo: “La ley que se ha sacado se hizo muy mal, no tanto por el contenido sino por cómo se ha hecho”, dijo tras expresar que “el problema del lobo es un problema de todos nosotros” y recordar la importancia de la ganadería de proximidad, afectada por los ataques.

Desde su punto de vista, es necesario llegar a pactos incluyendo a todos los actores para establecer la convivencia con la especie a nivel local: “Se ha hecho en un proyecto piloto en Valladolid en el que he participado y funciona. Todo el mundo cede”, afirmó. 

En este sentido, y aunque dijo admirar “las formas de empatía” como las de los animalistas, criticó los “ismos” como el del “extremismo”. “Hemos perdido todos los matices de gris que implica la realidad” valoró. Puso el ejemplo del sacrificio de especies invasoras dañinas para el ecosistema, y de la negativa a ejecutarlo para “tener la conciencia tranquila”: “Me parece de un egoísmo brutal”.

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