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La nandina, también conocida como bambú sagrado, es una planta arbustiva que ha conquistado los corazones de muchos jardineros gracias a su versatilidad y belleza. Sus hojas, que cambian de color a lo largo del año, pasando del verde intenso al rojo brillante en otoño, son un verdadero espectáculo visual. Pero la nandina no solo destaca por su follaje; sus pequeñas flores blancas, que aparecen en verano, dan paso a llamativas bayas rojas que persisten durante gran parte del invierno, atrayendo a aves y aportando un toque de color a los jardines en las épocas más frías.
Una de las grandes ventajas de la nandina es su capacidad para adaptarse a diversas condiciones de cultivo. Tolera tanto la sombra parcial como el sol pleno, aunque en climas muy cálidos es recomendable ubicarla en un lugar protegido del sol del mediodía para evitar quemaduras en las hojas. En cuanto al suelo, no es muy exigente, pero prefiere aquellos que sean bien drenados para evitar el encharcamiento, que podría dañar sus raíces.
El riego de la nandina debe ser moderado, evitando tanto los excesos como la sequía prolongada. Durante los meses más cálidos, será necesario aumentar la frecuencia de riego, especialmente si la planta está expuesta al sol directo. Un buen indicador para saber cuándo regar es comprobar la humedad del suelo; si la capa superficial está seca, es momento de aportar agua.
La poda de la nandina es una práctica recomendada para mantener su forma y estimular un crecimiento más compacto. La mejor época para realizarla es a finales del invierno o principios de la primavera, antes de que comience la nueva brotación. Durante la poda, se eliminan las ramas secas, dañadas o aquellas que crezcan hacia el interior de la planta.
Para favorecer un crecimiento vigoroso y una floración abundante, es recomendable abonar la nandina una vez al año, a finales del invierno. Puedes utilizar un abono orgánico de liberación lenta, que proporcionará los nutrientes necesarios a la planta durante toda la temporada de crecimiento.
La nandina es una planta bastante resistente a plagas y enfermedades. Sin embargo, en ocasiones puede verse afectada por cochinillas o pulgones, especialmente si las condiciones ambientales son muy favorables para estos insectos. Si detectas alguna plaga, puedes tratarla con productos específicos o remedios caseros como el jabón potásico, buscando evitar productos químicos que dañen la planta.
La nandina se puede multiplicar tanto por semillas como por esquejes. La multiplicación por semillas es un proceso más lento y requiere de más tiempo para obtener nuevas plantas. Por otro lado, la multiplicación por esquejes es más rápida y sencilla, y permite obtener plantas idénticas a la planta madre.
Gracias a su tamaño y forma, la nandina es una planta muy versátil que puede adaptarse a diferentes estilos de jardín. Es ideal para crear setos informales, borduras o como ejemplar aislado en rocallas o macetas. Sus bayas rojas atraen a los pájaros, por lo que es una excelente opción para crear un jardín más natural y lleno de vida. Por otro lado sus hojas tienen gran variedad de tonalidades dependiendo de la especie elegida.
En resumen, la nandina es una planta fácil de cuidar y con una gran belleza ornamental durante todo el año, que puede alegrar tu jardín. Si buscas una planta resistente, adaptable y con un follaje y frutos llamativos, la nandina es perfecta.
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