Enfermedades de alzheimer y ejercicio físico

El alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por una pérdida de memoria y múltiples trastornos a nivel cognitivo. Agitación y ansiedad son complicaciones comunes en individuos diagnosticados con Alzheimer. Otras complicaciones como problemas de vejiga e intestinales, depresión, infección, y traumatismos craneoencefálicos o huesos rotos son la principal consecuencia de falta de equilibrio y descordinación en estos pacientes. Alzheimer está asociada con causas comunes de demencia y se estima que representa entre 60 y el 80% de estos casos. El 81% de los pacientes con alzheimer tienen más de 75 años, por lo tanto, la edad es un factor clave en el desarrollo de esta enfermedad. Por lo tanto, se trata de una patología que reduce la calidad de vida considerablemente, presentando un alto grado de dependencia y una reducción en la funcionalidad. La enfermedad de Alzheimer es una de las principales causas de muerte en nuestros país,y en los últimos 20 años el número de muertes a causa de esta enfermadad se ha incrementado en más del doble. Debemos tener en cuenta que según datos de la Sociedad Española de Neurología, entre el 30 y el 40% de los casos de demencia están sin diagnosticar.

Factores de riesgo

La evidencia muestra que factores como la inactividad física, diabetes, obesidad, consumo de tabaco e hipercolesterolemia pueden suponer un incremento en el riesgo de desarrollar Alzheimer. Mientras que mantener una vida social activa y una dieta saludable (baja en grasas saturadas y rica en fibra vegetal) puede reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer.

Ejercicio físico y alzheimer

Un gran esfuerzo ha sido puesto en entender el envejecimiento de nuestro cerebro desde el punto de vista de la fisiología y como el ejercicio puede influir positivamente en esto. El ejercicio puede tener efectos en tres áreas del cerebro: en la fisiología vascular, en el volumen del hipocampo1 (implicado en la capacidad de cognición y la memoria) y en la neurogénesis2. Con el paso de los años, el riego sanguíneo cerebral se ve mermado y esto se relaciona con cambios a nivel de la cognición. Ha sido demostrado que ejercicio de moderada intensidad provoca un aumento del riego sanguíneo a nivel cerebral. La realización de ejercicio físico de forma periódica parece protegernos frente a la reducción del volumen hipocampal.