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El cultivo y la elaboración de vino en Monterrei tiene tras de sí una larga historia, milenaria. Pero como denominación de origen, echó a andar hace treinta años: el 3 de diciembre de 1992, cuando la Consellería de Agricultura, Gandeiría e Montes publicó la orden que reconocía la existencia de la DO Monterrei. Fue el primer paso, al que seguiría, dos años después, la aprobación del reglamento por el que se regiría su consejo regulador y determinaría las características de los vinos, las variedades de uva reconocidas y la demarcación de su territorio. Las bodegas que participaron en el proceso fundacional se contaban con los dedos de una mano. Hoy ya son 28. Sus viñedos se extienden por los municipios de Monterrei, Oímbra, Verín, Castrelo de Val, Vilardevós y Rubiós, delimitados en dos subzonas: el Valle de Monterrei, que ocupa los terrenos más llanos, tanto en Verín, como en Oímbra, Monterrei y Castrelo de Val, y la Ladera de Monterrei, que se alza en el área más montañosa de esos mismos municipios y los de Vilardevós y Rubiós.
En tamaño es la más pequeña de las cinco denominaciones de origen gallegas, con la mitad de superficie cultivada que Ribeiro o Ribeira Sacra. Pero también es la menos afectada por el minifundio y la que manifiesta un mayor crecimiento sostenido. Un crecimiento en superficie cultivada y en número de bodegas que se aprecia de manera especialmente significativa en la última década. Así, mientras en 2012 el número de bodegas era de 23 y la superficie cultivada, de 403 hectáreas, en 2022 ya son 28 las bodegas y el viñedo ha crecido hasta las 657 hectáreas. En cambio, el número de viticultores es prácticamente el mismo: se ha pasado de 364 a 365. “El dato más significativo del crecimiento en la última década” -explica Luis Miguel López, director técnico del Consejo Regulador de la DO Monterrei- “lo determina el número de hectáreas. Ello se debe no solo a que ahora hay más bodegas, sino también a que en general han aumentado su capacidad de elaboración, porque hay una respuesta por parte del mercado, que demanda cada vez más nuestros vinos”.
Salvo en años en los que las condiciones climáticas fueron adversas y provocaron notables mermas en la producción de uva, Monterrei sigue una curva ascendente que fue de algo más de 2,3 millones de kilos en 2013 a 6,2 millones en la vendimia de 2021. “Y lógicamente esa será la tónica porque cada año se plantan nuevas hectáreas de viñedo y aumenta el volumen de uva recogida cuando esos nuevos viñedos entran en producción”, aclara Luis Miguel López, quien añade que todavía hay margen para que esa superficie cultivada siga creciendo. “Todavía hay terrenos con muy buena aptitud para el viñedo, en todos los municipios, tanto en el valle como en la ladera. Por otra parte la concentración parcelaria y la colaboración de las comunidades de montes permiten que esas nuevas plantaciones se realicen en muy buenas condiciones”.
Lara Da Silva es, desde hace cinco años, presidenta del consejo regulador. Abogada de profesión, su vínculo con el mundo del vino viene de la bodega familiar que dirige su padre, José Antonio Da Silva. Cuando fue elegida, era la presidenta más joven de las denominaciones de origen españolas y venía a sustituir a otra presidenta, toda una singularidad en el mundo del vino en el que el papel femenino en los órganos de dirección resulta todavía una novedad. “Creo que ser joven o mujer, no son aspectos relevantes”, comenta la presidenta, “aunque sí es cierto que en Monterrei no solo se da esa circunstancia. También la de que la mayoría del equipo del consejo regulador somos mujeres. Pero creo que lo importante es la voluntad de trabajar y, con los limitados recursos que tiene el consejo regulador de una denominación de origen pequeña, como es nuestro caso, dar esos tiros certeros en promoción y tener bien claro a qué aspira Monterrei”.
Lara Da Silva reconoce que la pandemia fue un trago difícil para las bodegas de la denominación de origen, “porque nuestras bodegas comercializaban prácticamente un 86 por ciento de su producción en el canal de hostelería, que fue altamente castigado durante ese período. Y eso obligó a un trabajo arduo por parte de todos, pero especialmente de nuestras bodegas, para diversificar y buscar otras salidas. Un trabajo que hace que me sienta especialmente orgullosa de nuestras bodegas y nuestros viticultores, porque hemos conseguido salir adelante sin perder valor en el producto”.
La proyección internacional es cada vez mayor en los vinos de Monterrei, que han logrado este año cosechar importantes premios en concursos internacionales como Mundus Vini, Bruselas, Bacchus, o en los nacionales como los Baco, en los que en la última edición lograron dos grandes oros, 7 medallas de oro y 4 de plata. La presidenta del consejo regulador reconoce esa importancia y cree que es efecto del esfuerzo de promoción que se está llevando a cabo, con presencia en importantes ferias internacionales en París, Londres, Düsseldorf… “Pero también hemos realizado una promoción nacional que ha sido un goteo mensual en grandes ciudades como Madrid, Bilbao, Barcelona, Santander, sin olvidar nuestro mercado natural que es el mercado gallego”, añade. “Es cierto que el crecimiento de la actividad de promoción esta siendo exponencial. Pero hay que reconocer que no sería posible sin el trabajo que hicieron quienes nos precedieron. El primer reto que tuvo el consejo regulador fue nacer. Porque nadie discute que nosotros tradicionalmente siempre fuimos tierra de vino, pero costó mucho ese reconocimiento a nivel administrativo”.
TIERRA DE VINO Y AGUA
Aunque las borrascas del Atlántico no son generosas con la comarca de Monterrei, es una de las DO gallegas con menos precipitaciones, estamos en una tierra tan reconocida por sus vinos como por sus aguas minerales. Y ambos productos tuvieron en la figura de José García Barbón uno de sus principales valedores. No solo construyó el balneario de Cabreiroá. También estableció una gran plantación en Oímbra que todavía se conserva y forma parte del viñedo de una de las fundadoras de la denominación de origen, Ladairo, al pie del monte que da nombre a esa bodega.
Sin duda, la imagen que más se asocia a esta región vinícola es el Castillo de Monterrei. Visible desde muchos de los viñedos situados en ese municipio, como los de la bodega Terras do Cigarrón y también en el de Verín, como sucede con los de Gargalo y Tapias Mariñán. Con la Godello como principal variedad blanca, acompañada de otras como la Treixadura, Albariño o Dona Branca y la Mencía y Araúxa (la Tempranillo de Monterrei) como principal binomio en las elaboraciones tintas, esta región vinícola ha ido tejiendo una gran diversidad de vinos, jóvenes y con crianza, monovarietales y polivarietales. Perfiles tan variados como la imaginación de enólogos, bodegueros y viticultores. Algunos, como José Luis Mateo, trabajando con muchas vinificaciones de muy corta tirada. Otros, como Crego e Monaguillo, apostando por grandes producciones. Entre unos y otros, hasta sumar veintisiete bodegas, han puesto en el mercado más de un centenar de marcas y a partir de la cosecha de 2022 se incorpora una bodega más. El crecimiento de la industria es pausado y Lara Da Silva considera eso un aspecto muy positivo. “No se trata de crecer por crecer, sino de ir avanzando al mismo tiempo que se incrementa toda la cadena de valor”.
FUTURO
Al igual que sucede con el resto de las regiones vinícolas gallegas, Monterrei afronta un futuro con muchas incógnitas. El cambio climático es uno de ellos y le preocupa a director técnico de la DO porque el régimen pluvial ya es muy limitado y afrontar veranos con temperaturas más extremas, como las que se vivieron en el reciente episodio de ola de calor
Otro es el problema del relevo generacional. “Es un problema gravísimo y difícil de resolver”, explica la presidenta. “porque es muy difícil encontrar relevo generacional en trabajadores nacionales. Y aunque la media de edad entre viticultores es alta, empezamos a ver viticultores jóvenes. Eso debería normalizarse, pero para ello tiene que haber un cambio de actitud social, frente a quienes trabajan el campo. Hay que darle al trabajador del campo la misma dignidad que al trabajador de la ciudad. Hubo un tiempo que trabajar en el campo tenía menos consideración social que el trabajo en la ciudad. El sector primario está llamado a ser el gran motor económico de Galicia como hoy ya es el vino, aquí en Monterrei. La pandemia nos ha enseñado que si el campo no trabaja la ciudad no come”.
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