Me gustaba mucho ese hotel, no solo por la comodidad y el ambiente familiar sino que también porque era uno de los pocos del mundo en el que el café del desayuno era rico y bueno.
Volví este mes por allí. El servicio del restaurante es impecable al igual que su cocina. Y no me refiero solo a la limpieza, sino también a la calidad profesional del equipo que trabaja en la sala y a los fogones.
Dispone de una carta amplia, centrada en la cocina tradicional gallega, aunque con algunas curiosidades, como las vieiras de hojaldre que puede ver el lector en la fotografía, rellenas de grelos y gratinadas con queso del Cebreiro. Sarria es una villa por la que pasan cientos de peregrinos cada día y el restaurante del hotel Alfonso IX cuenta con un repertorio gastronómico que permite acercarse a la cocina gallega más representativa: desde los guisos y potajes (tienen una fabada con fabas de Lourenzá que es espectacular) hasta las elaboraciones con carnes del entorno o de pescados de las lonjas de las rías gallegas. Por último, los postres, como era de imaginar, están a la altura de una comida que, desde las entradas hasta el último plato merece una calificación de sobresaliente.
Además de la carta dispone de un menú a un precio muy razonable, lo que explica que sea un restaurante siempre muy concurrido y no solo por huéspedes del hotel.
En resumen, un establecimiento muy recomendable, como hotel y como restaurante. Lo fue siempre, y ahora que forma parte del grupo Lecer de Galicia Calidade, con mucha más razón.
