Tristán Ulloa: La mirada más humana

Sus personajes gozan de una humanidad especial, la que él les transmite con un sólido y riguroso trabajo de interpretación.

IMG_1584_resultado
IMG_1584_resultado

Acaba de cumplir 50 años. Una edad que cómo él mismo cuenta en la entrevista es complicada, sea para un actor o una actriz, como si la ficción se olvidase de que existe vida más allá de los cincuenta. Tristán Ulloa (Orleáns 1970) acaba de celebrar ese quincuagésimo cumpleaños confinado pero feliz, porque fue el primero después de estar entre la vida y la muerte, hospitalizado por coronavirus. Actor de cine, teatro y televisión, director de cine y de teatro, es uno de los nombres más relevantes de la última generación que se lanzó en el siglo XX a los escenarios y platós en nuestro país.

1. ¿Francés, gallego?

Nací en Orleáns porque mi familia se exilió allí. Unos por motivos políticos, en 1939, al terminar la guerra civil y otros por motivos económicos. Allí se conocieron mis padres, que eran hijos de españoles. Viví allí poco tiempo. Luego fue siempre a caballo entre Francia, Madrid, Galicia… Mi adolescencia la viví en Vigo, en plena reconversión industrial. Fue una época muy convulsa, con mucha depresión social y económica pero al mismo tiempo con mucha creatividad y mucha vida. Fue una época muy bonita y muy complicada al mismo tiempo.

2. ¿Fue en esa época cuando decidiste ser actor?

Fue casi sin darme cuenta. Empecé casi como una terapia. Porque yo era muy introvertido y un amigo me dijo de meterme en un aula de teatro porque eso me ayudaría. Y en esa misma aula coincidí con Pedro Alonso, que estábamos en el grupo de Salesianos, hicimos las primeras obras juntos y descubrí una pasión que luego continué en el teatro universitario, en Madrid, y terminó convirtiéndose en mi profesión. Terminé la carrera que estaba estudiando, que era Empresariales, pero no la ejercí nunca.

3. Tus inicios, coincidieron también con los de toda una generación de actrices y actores.

Sí, fue una generación muy interesante: Lola Dueñas, Ernesto Alterio, Juan Diego Boto, que empezó un poco antes que nosotros, Willy Toledo, Alberto San Juan… Muchos, nos hemos ido manteniendo, con intermitencias porque el trabajo es así, sobre todo ahora, y porque cuando llegas a los cincuenta años, el trabajo escasea más. No se escriben papeles tan interesantes para personajes de nuestras edades. Nos mantenemos ahí, y hemos pasado de ser compañeros de oficio a compañeros de vida, también.

4. Entonces, ¿la edad es también un problema para los actores, no solo las actrices?

Es más complicado para las actrices que para los actores, pero sí. Aunque ahora empiezan a surgir ficciones en las que se plantean problemas y situaciones para protagonistas, de cincuenta o de más años. Pero eso está sucediendo más fuera de España que aquí. Al menos, de momento.

5. De tus primeros trabajos, ¿cuál fue el que más te ha marcado?

Yo creo que Mensaka. Fue la primera en la que pude desarrollar un personaje. Y a partir de ahí empezaron a llover clones de ese personaje. Durante un tiempo, el personaje de Mensaka me persiguió. Intenté varias veces darle el esquinazo, pero me resultó muy complicado, porque siempre terminaban ofreciéndome personajes muy atormentados, muy complicados y con un género muy dramático. Creo que todos los actores cargamos con un sambenito y ese fue el mío. Tengo amigos que me decían, cuando yo me quejaba, precisamente de eso, “pues no haberlo hecho tan bien”.

6. Al final, ¿lograste darle el esquinazo?

Sí. He hecho otros muchos personajes, no solo en cine, también en televisión y, sobre todo, en teatro que es donde me he sentido más dueño de mis personajes.

7. Tus vínculos con Galicia también están muy presentes en tu carrera. Pienso en “Lápiz del carpintero”, en “Fariña”… sobre todo en Fariña.

Y además en el caso de “Fariña” me devolvió a la época en la que yo vivía en Vigo, aquellos años ochenta. Creo que fue una serie que explicó muy bien la idiosincrasia de aquella Galicia en la que algo que era aparentemente era ilegal no estaba mal visto, como el contrabando. Y cuando entró la droga, aquello se convirtió en harina de otro costal, por muchas razones.

8. Acabas de finalizar la gira de “El precio”, de Arthur Miller. ¿Qué tienes entre manos?

Terminamos la gira de “El precio” a finales de 2019. Justo antes del estado de alarma estaba en Mallorca rodando “Tramuntana”, que la secuela de “Monte Perdido”. Y tenía trabajo hasta la primavera de 2021. Después de “Tramuntana” me iba a República Dominicana a hacer una serie sobre la dictadura de Trujillo, luego iba a hacer una película sobre la vida de Gauguin y luego volvía a hacer la segunda temporada de una serie americana que se llama “Warrior Nun”, La monja guerrera, basada en un cómic de los noventa, que es para Netflix Estados Unidos. Tuve la suerte de trabajar en uno de los papeles principales en la primera temporada e íbamos a hacer ahora la segunda, pero todo ha quedado en suspenso. Este año he trabajado dos días. Todo lo demás se ha venido abajo. Aunque para mí lo principal era la salud y el día a día. Y el mañana ya lo iremos resolviendo.

9. ¿Cómo fue tu experiencia con el coronavirus?

Al principio no era consciente de la gravedad, tanto es así que fui al quinto día de estar mal, cuando ya la fiebre me hacía delirar. Además, viví, probablemente, la peor semana de la crisis en Madrid, con los hospitales saturados, el personal desbordado. Después de lo ocurrido me doy cuenta de lo afortunado que soy. Y me doy cuenta, a toro pasado. Fue muy duro, sí.

10. ¿Cómo ves el futuro?

Hay muchos factores en juego, somos el furgón de cola de una sociedad que primer tiene que resolver muchas cosas, pero no solo somos actores y directores, hay miles de familias que viven de una industria con unas características muy complicadas de gestionar y dentro de un sistema que no contempla nuestra intermitencia. Nuestro problema no viene del coronavirus, sino de atrás. Nuestro problema es muy profundo porque somos unos parias en un sistema que no reconoce nuestra intermitencia laboral. Una productora puede hacer un ERTE, pero eso no cubre a quienes tienen un contrato por obra, por ejemplo, no hay cobertura. No estás en ningún estándar. La única ventaja es que tenemos la piel bastante gorda y que estamos muy acostumbrados a la incertidumbre. Y lo digo entre muchas comillas. No queremos ser más, pero tampoco menos que otros sectores.

Lo importante ahora es salir de esto no digo lo antes posible, sino lo mejor posible. Esta crisis ha devuelto el saludo a su origen que es desear salud.

Contenido patrocinado

stats