Tribunales

El asalto de Boborás: un plan perfecto frustrado por los contratiempos

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photo_camera La vivienda asaltada en mayo del pasado año, con la cuidadora, testigo de lo ocurrido, de espaldas (MIGUEL ÁNGEL).
La falta de memoria de los ancianos y los intrépidos vecinos frustraron el robo

Todo estaba planificado para que el asalto a una vivienda de Pazos de Arenteiro (Boborás) les procurase pingües beneficios. Hacían falta cuatro personas  para no dejar nada al albur. Fátima G.R., según la Guardia Civil, había vigilado convenientemente el objetivo -una vivienda del rural ourensano  habitada por un pareja de ancianos, Amalia y Manuel, de 84 y 90 años, respectivamente- para conocer al detalle las rutinas de unos moradores mayores  que no opusieran resistencia.

 Por eso, cuando los cuatro supuestos implicados decidieron cometer el atraco el 18 de mayo del pasado año pensaron que sería fácil. Pero todo comenzó a torcerse, fuera de guión, desde el primer momento. Había un cuidadora presa de los nervios que pedía auxilio y las víctimas fueron incapaces de recordar el pin de una tarjeta de crédito que había en la casa ni de dónde estaba la llave de la caja fuerte o cuál era la combinación que la abría. Pese a que encañonaron a la octogenaria con una pistola y hasta subieron el tono en la escala de amenazas: uno de los asaltantes cogió la mano de Manuel. Estaba en juego un dedo si no le decía el pin o le daba la llave. También, según consta en el sumario, incluyó el cuello. 

El plan de asalto, que hacía aguas por todas partes, hubo que parchearlo de forma apresurada. Arrancaron a Amalia la cadena que llevaba al cuello y unos anillos de los dedos y los trasladaron a todos a la misma habitación, en donde maniataron a las mujeres, para revolver apresuradamente la casa. Localizaron un sobre con 1.500 euros y una lata de Aquarius de la nevera para reponer sales tras el esfuerzo.

Pero cuando todo empieza a ir mal, aun puede empeorar y el plan de huida no fue mejor que el de asalto. Según las diligencias, Yoni José Manuel R.I y José Antonio P.R. salieron corriendo hacia el coche en el que estaba, según la Guardia Civil, Fátima G.R. y  Jorge Luis C., quienes, al escuchar los gritos, de la cuidadora, salieron huyendo.

A Yoni José Manuel y José Antonio no les quedó otra que correr hacia el monte, sabedores que los vecinos iban en su búsqueda, logrando dar con su paradero tras la pista del silbido de uno de los ladrones. El primero logró huir mientras que su compinche fue retenido hasta la llegada de la Guardia Civil. A escasos metros, los agentes hallaron las bridas utilizadas en el asalto, los guantes, un gorro, un destornillador y la lata de Aquarius.

En una nueva batida realizada un mes después, a cuatro metros de donde se encontró la ropa de José Antonio, apareció un pistola simulada. Según la fiscal, la empleada por los inculpados en el atraco.

El ministerio público acusa a tres de ellos -Jorge Luis C. tiene pendiente una orden europea de detención y búsqueda- de un robo con violencia e intimidación en casa habitada, a los que aplica la agravante de disfraz. Las víctimas describen que iban con pasamontañas y una braga para evitar que se le viese la cara. Reclama penas de cinco años de cárcel para cada uno de ellos. 

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