La acusada del crimen de Cortegada admite que intoxicó, asfixió, quemó y troceó con una pala a su amante

TRIBUNALES

La asesina de Cortegada admiraba al Joker y, según las psiquiatras, padece una limitación moderada de la voluntad

M. Sánchez

Publicado: 21 oct 2024 - 22:14 Actualizado: 22 oct 2024 - 13:25

La acusada por el crimen de Cortegada reconoce los hechos

El primer día de la comparecencia de Cristina Rodríguez Veloso (29 años) ante el tribunal popular que la condenará por asesinar a su amante el 23 de agosto de 2021, con el que había intimado a través de internet “uno o dos meses antes”, se convirtió en un juicio a la psique humana.

Cuatro días después de conocerlo en persona, planificó un plan letal cuando la víctima comenzó a ser reacia a marcharse de la casa de la inculpada en Cortegada, y las discusiones empañaron la convivencia. Tanto se peleaban porque jugaba mucho a la videoconsola como porque gastó dinero en la compra de una cafetera que no necesitaban.

El hartazgo la llevó a intoxicar con antidepresivos e hipnóticos a José María Roldán Zapata, un viudo, jubilado de 53 años que residía en Castelldefels (Barcelona). Después lo asfixió con una almohada y quemó el cuerpo en varias hogueras, despedazando los restos con una pala hasta obtener “cientos de fragmentos”, en palabras del antropólogo forense Fernando Serrulla. Para ocultar la acción criminal, desperdigó los huesos que no se carbonizaron en la finca familiar de O Rabiño (Cortegada) y sus alrededores. Los agentes también hallaron bolsas con vísceras enterradas. Recuperaron buena parte del cadáver, todo lo que no quedó reducido a cenizas en una combustión que alcanzó los 600 grados centígrados. Según confesaron los vecinos a los investigadores, olía a “churrasco podrido”.

La inculpada admitió ayer su culpabilidad con catorce síes y cero explicaciones del porqué ante las preguntas de la fiscal. Ya lo había hecho anteriormente delante de la jueza de Ribadavia durante la inspección ocular en busca del cuerpo; en petit comité ante la Guardia Civil y finalmente en sede judicial al término de la instrucción del procedimiento penal. En un primer momento, en diciembre de 2021, ante el médico de cabecera solo confesó que ocultó el cuerpo de un ligue que se había muerto de forma natural. La Guardia Civil ya se había entrevistado con ella porque la familia del fallecido (madre e hija) había denunciado su desaparición y el posicionamiento del móvil apuntaba hacia Cortegada.

Con las manos en los bolsillos -llegó a sonreír a la salida de la vista cuando abandonaba el edificio judicial-, vestida con chándal gris y deportivas, asistió a una versión reducida de un juicio en el que la colaboración tendrá premio: la fiscal previsiblemente rebajará los 18 años de cárcel que reclamaba inicialmente a tenor de la confesión sin remilgos de ayer.

La defensa pretende aminorar sustancialmente la pena en base a la valoración de su estado mental (problemas para controlar los impulsos). En palabras de las psiquiatras que ayer comparecieron en la sala de vistas de la Audiencia de Ourense, “sabe que no se puede matar a nadie, pero su voluntad y capacidad de reflexión se ven mermadas antes factores estresantes”.

En la primera sesión, familiares (su exmarido), psicólogas forenses y psiquiatras ahondaron en su perfil psicológico. Estaba obsesionada con la limpieza y los movimientos repetitivos la calmaban. “Se duchaba de manera exagerada, usaba jabón compulsivamente, un litro no le llegaba para un baño (…)”, aseguró el padre de su hija ante las preguntas del abogado defensor de cara a atenuar su responsabilidad penal. La hija -confesó el ex de Cristina- remitió un correo a la Fiscalía en la que aludía a comportamientos anómalos de la acusada: “Tenía muchos episodios de quemar incontrolablemente todo”. Ya entonces se medicaba y había ido al psicólogo. Incluso cuando se duchaba oía voces.

Rodríguez Veloso se sentía identificada con el Joker, el villano de los tebeos con versión cinematográfica que antes de un mal día fue Arthur Fleck, un comediante fracasado introvertido, invisible socialmente y sin apoyos en Gothan City. E incluso lo tatuó en su piel, confesó su expareja. “Estaba obsesionada”, destacó. Y tal como le ocurre a ese personaje, Cristina era impredecible, impulsiva y con tendencia a culpar a los otros.

Pero a la vecina de Cortegada, que fue víctima de abusos sexuales de niña, le faltaba el carisma del Joker. Su CI (cociente intelectual) se mueve entre los 50-70 puntos (la media de la población ronda el 100), según los test a los que se sometió en la cárcel, aunque con escasa colaboración, puntualizaron las psicólogas del Imelga de Ourense.

Las psicólogas aseguran que padecía un trastorno de ansiedad generalizada, un trastorno obsesivo compulsivo y otro adaptativo (mixto). Las psiquiatras detectaron un trastorno de personalidad de carácter grave con rasgos disfuncionales. Una limitación moderada de la voluntad que no afecta a su inteligencia.

El juicio afronta este martes las conclusiones finales y la entrega del objeto de veredicto al jurado por parte del magistrado presidente.

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