Reportaje

Carmen no encuentra hogar

Carmen Babarro, junto con algunas de sus pertenencias, revisa su bolso.
photo_camera Carmen Babarro, junto con algunas de sus pertenencias, revisa su bolso.
Al tener acceso a un cuarto, ya no está en la calle, pero inmobiliarias y particulares "se cierran en banda", lamenta Ricardo Domínguez, quien intenta ayudar a la hija de Piedad. Tras decenas de llamadas, se les agotan las opciones.

A Carmen Babarro (45 años) se le acaba el tiempo. Dispone de una habitación que le ha permitido salir de la calle, pero le cuesta 25 euros al día (750 al mes), y sus ahorros van desapareciendo mientras la mayoría de sus pertenencias continúan en un bajo al que ya no tiene acceso. Su objetivo es conseguir un piso de alquiler, recuperar sus cosas y volver al mercado laboral, preparando un currículo y poniéndose en contacto con su antigua empresa. Para ello, lleva varios días ayudándole el vigués Ricardo Domínguez, pero hasta ahora los intentos han sido infructuosos y Carmen se acerca a un callejón sin salida.

Domínguez lamenta que "no hubo suerte. Llamé a varios particulares, solo uno de ellos estaba dispuesto y quería alquiler con opción de compra. En cuanto a las inmobiliarias, ya conocen de vista a Carmen y les da mucha pena la situación, pero a la hora de la verdad exigen garantías de empleo y sueldo. Quedaron en llamarnos si aparece alguna opción viable, pero albergo pocas esperanzas". 

Llamamiento por Carmen: "Quizás alguien tenga un piso, con o sin muebles, a 300 euros mensuales o menos"

El vigués conoce el sector inmobiliario, y probó muchas alternativas: "Sabía que los contratos de doce meses se prorrogan automáticamente por cuatro años, así que les proponía solo seis meses, tiempo prudencial para que Carmen pueda encontrar trabajo y conseguir así una nómina. Incluso ofrecíamos de entrada dos mensualidades además de la de fianza, y todo con seguro de responsabilidad jurídica. Pero buscan gente solvente, que permanezca en los pisos a largo plazo, y los particulares se cierran en banda. La situación no es halagüeña".

Babarro ya conocía de antemano estas complicaciones. A algunas de estas inmobiliarias ya se había dirigido en el pasado, encontrándose con una respuesta negativa. Ahora, Domínguez comparte con ella la desolación: "Tras probar con más de 20 contactos, luego llamé a Carmen y tuve que decirle: No quieren". Y se agotan las opciones: "No hay mucho más donde rascar. Sobre Ourense, un colega me llegó a decir que aquí la gente no acostumbra a alquilar por temporadas, pero esto me choca, al ser en cierta medida una ciudad universitaria".

A pesar de todo, Domínguez lo sigue intentando y hace un llamamiento: "Puede que alguien tenga un piso, con o sin muebles, que no pase de los 300 euros. Pero hasta ahora la experiencia está siendo un varapalo. Te piden contrato, nómina, dos meses en vez de uno... Ojalá pudiera llamar a Carmen para darle una buena noticia". 

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