Los colores del cementerio en Ourense

photo_camera Importante afluencia a los camposantos de la ciudad, favorecida por el buen tiempo. (ÓSCAR PINAL)
Los tres cementerios de la ciudad perdieron el aire lúgubre con la presencia de asistentes que decoraron las tumbas con los colores de ramos, macetas y coronas de flores que recordaban el afecto y el respeto que los vivos rinden a sus difuntos.

El festivo de Todos los Santos fue especialmente multitudinario en un día en el que el tiempo acompañó a las familias que acudieron a los cementerios a rendir homenaje a sus difuntos, adornando y arreglando las tumbas y ofreciendo plegarias frente a los sepulcros y en las iglesias.

Tras abrir sus puertas por la mañana, los camposantos fueron recibiendo más y más visitas de asistentes que llegaban a medida que el sol se descubría tras las nubes y el ambiente alcanzaba una temperatura agradable.

En el céntrico cementerio de San Francisco, la gente acudía con ramos, coronas y macetas de colores intensos: rojo encarnado, vibrantes amarillos e intensos verdes, aunque el pigmento más visible era el blanco de variedades de rosas, crisantemos y claveles.

En la floristería cercana, Carla Pereira aún seguía vendiendo tras la ajetreada víspera del festivo, aunque en bastante menos cantidad. La meteorología, al parecer, decidió las preferencias de la clientela: “Este año se llevan mucho los centros florales bajitos, para que no se los lleve el aire con los temporales que vienen ahora”.

“Para nosotros hoy es un día más especial porque ves más gente, está más animado que un domingo”, comenta Rosa G. V., que acudió junto a su familia a dejar ofrendas florales, esta vez compradas y no procedentes de su jardín, como acostumbra.

Al otro lado del Miño, en el cementerio de As Caldas, también se veían personas  charlando animadamente mientras otras, en grupo o en solitario, clavaban la mirada, en reflexión o en oración, en las losas donde figuraban los nombres de los que ya no están.

Otros, cargados de flores, se subían a las losas, con el máximo respeto posible, para decorar las lápidas. Cuando ya todas las ofrendas estaban a gusto de los visitantes, algunos se permitían sacarle una foto con el teléfono móvil, para compartir y para la posteridad.

A mediodía, el cementerio de Santa Mariña estaba algo menos transitado, aunque el arcoíris de pétalos daba fe de que esa mañana, como es costumbre, los ourensanos no faltaron a la cita para reforzar los vínculos con los difuntos.

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