REPORTAJE

Coronavirus en Ourense | La solidaridad en un táper

Carlos Pardo, voluntario, con uno de los táperes listo para la entrega; a lo largo de la mañana se servirán 250 (JOSÉ PAZ).
photo_camera Carlos Pardo, voluntario, con uno de los táperes listo para la entrega; a lo largo de la mañana se servirán 250 (JOSÉ PAZ).
En estos momentos excepcionales el comedor de Cáritas da la cara por quienes están en la parte más endeble del sistema. Reforzado por voluntarios reparten cada día 250 táperes y 38 comidas. Desde el lunes se multiplican.

Al tiempo que los soldados de la Brilat se ponen en formación delante de la comisaría de Policía, otro ejército, desacompasado, cabizbajo y uniforme variopinto se presenta en la acera, junto a la puerta del comedor de Cáritas. Un responsable del centro abre la puerta y extiende los brazos, en ambos sentidos, emulando al personal de pista de un aeropuerto, ordenando la fila y las distancias en ambos sentidos. Los tiempos del coronavirus. Son las 11.30h, la hora en la que los integrantes de este otro ejército estaban citados.

“É un momento complicado, máis que nada por eles, porque pensan que son un foco, e todo o contrario, foco somos todos”, comenta Ana Vázquez, jefa de cocina del comedor social de Cáritas desde su apertura, hace cinco años. 

Tras el anuncio del estado de alarma y posterior orden de confinamiento obligatorio, las calles de la ciudad se llenaron de sintecho y a la desesperada, durmiendo en los bancos y deambulando por las calles a la búsqueda de amparo, algo de humanidad y caridad. Más que evidente todo el fin de semana. Las autoridades, alarmadas por la situación sobrevenida, confinaron ya el lunes a todos ellos en varios albergues, donde poder pasar el confinamiento con la manutención asegurada para no tener que vagar por las calles.

OURENSE 18/03/2020.- Historias del coronavirus. El comedor de Cáritas. José Paz

Caldo y carne  

A esas horas de la mañana el personal de comedor está en pie, uniformado con bata blanca, guantes de látex y gorro; el resto, en la cocina. El menú está resuelto, el aroma invita: hoy toca caldo gallego, carne asada al horno con salsa y patatas panadera, pan y postre. Además se llevarán una bolsa de lechuga y salsa César. ”Para que non se aglomere tanta xente o que fixemos foi repartir os turnos”. El primer turno arranca a las 11 horas, para recogida en tupper, hasta 5 turnos, por orden alfabético según el apellido. “Así non se aglomera tanta xente abaixo, e podemos aplicar as medidas de prevención e as distancias de seguridade", comenta Bea Fernández, educadora social. En el táper se llevarán para la comida y la cena; con esta modalidad surten a 250 personas.

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La comida aquí es a partir de las 13 horas. A esa hora las mesas están perfectamente dispuestas, el comedor es diáfano, luminoso, limpio -se nota-, la simetría entre las mesas es perfecta. Hoy se servirán entre 35/38 comidas. Como medida de seguridad alrededor de cada grupo de mesas sólo estará sentada una persona. En tiempos del maldito coronavirus la medida es obligada, “ademáis así estamos todos máis seguros”. ”Non deixa de ser fastidiado ter que comer un por mesa. Si notamos certa pena, é certo que a xente que ven eiquí é porque ten que vir, pero en si é un momento que se aproveita para socializar, para falar; deste xeito non é posible”.OURENSE 18/03/2020.- Historias del coronavirus. El comedor de Cáritas. José Paz

Todas estas personas pasan por una situación, más complicada si cabe, en estos momentos. “Son xente que esta nunha situación difícil. Nós intentamos tratala o mellor posible, con todo o cariño do mundo. Ninguén ven a un comedor social por gusto.”

El comedor funciona con personal contratado y un importante número de voluntarios. Sin ellos, reconocen, no sería posible. Ellos son ese otro pequeño ejército, de solidaridad. Muchos vienen algunos fines de semana, otros siempre que es posible y las obligaciones lo permiten. Algunos trabajan y los hay jubilados, también desempleados que precisan sentirse útiles. En estas circunstancias es muy necesario echar el resto. Carlos Pardo, es un voluntario, hoy está desempleado, “es importante ayudar”, Antonio Pérez es otro de los voluntarios, jubilado de Telefónica. Entre los unos y los otros establecen una importante cadena de solidaridad, en este caso en tupper, que al pasar por el ventanuco de la cocina remata en los usuarios, que poco a poco llegan con sus bolsas hasta el segundo piso.

El centro funciona todos los días del año, sin cierre, además tienen servicio de lavandería y ducha. La mayoría de ellos pasan previamente por los trabajadores sociales del Concello, y los que no lo hacen por esa vía, acuden a través del programa de acogida de Cáritas. A los que son transeúntes también se les recibe, previa ficha, “de protección de datos”, dice Ana, lo permitido es durante 3 días, igual funcionamiento que en el Fogar do Transeúnte. Obviamente –añade- estos días son excepcionales, no se le va a impedir el acceso a nadie que lo necesite.

 Al salir, la fila sigue, en ambas direcciones. Separados entre ellos por un metro. Los militares de la Brilat parten en sus jeeps, detrás, la Policía Nacional. Son los tiempos. Eso.

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