REPORTAJE

Cuando el colegio online no basta

Nerea De Dios, ourensana de 15 años; y Eva Gutiérrez y su hijo Xabier, de 13 años.
photo_camera Nerea De Dios, ourensana de 15 años; y Eva Gutiérrez y su hijo Xabier, de 13 años.
Centros de educación especial y familias se reinventan más que el resto para conectar con niños que no van a suplir sus necesidades con clases virtuales. Xabier y Nerea resisten al confinamiento sin sus terapias habituales, una rutina básica

La educación online no es, ni de lejos, la solución para niños como Xabier o Nerea. Los centros de educación especial de la provincia deben reinventarse, si cabe, más que el resto para que el confinamiento no desconecte a los menores con discapacidad de las aulas. Pero en casa no hay fisioterapia, no hay logopeda, no hay terapia con animales ni otro tipo de actividades que son básicas para estos niños.

Aprendizaje vital

Antonia Fernández y Nerea De Dios son un ejemplo de lucha. La primera redujo su jornada laboral y dejó de salir con las amigas. La segunda, se agarró a la vida desde el primer minuto. “Cuando nació, no daban un duro por ella. No podía abrir las manos, hoy sabe hacer la puñeta perfectamente”, dice la madre de esta niña de 15 años con parálisis cerebral. ”Nos tomamos el confinamiento como vacaciones, escribe su diario todos los días y seguimos trabajando de forma lúdica, pero más que la enseñanza educativa es el aprendizaje de la vida en sí. Priorizamos salir al balcón escopetadas, vitamina D. Ella tiene una luxación de cadera y se ha visto sin montar a caballo y sin ir a la piscina. Es lo más jorobado”.

"Priorizamos salir al balcón escopetadas y trabajamos de manera lúdica, pero es jorobado que se vean sin su rutina"

Antonia Fernández se queja de que un servicio como la fisioterapia no funcione durante el estado de alarma para estos niños. “Vamos a contrarreloj. Estos niños siguen creciendo y tienen que trabajar la musculatura”.

“En la web del colegio los profesores publican cosas y nos envían vídeos para que reconozcan su cara. Nos dan apoyo y ánimo, pero hay terapias que son muy específicas que no podemos asumir confinados”, dice Eva Gutiérrez, madre de Xabier, ourensano de 13 años con discapacidad y síndrome del espectro autista. Estos días, escuchar la canción de Shakira y Maná o jugar a Baby Einstein le hace el encierro más llevadero a Xabier. Y a su madre, sanitaria volcada con su hijo al 100%. No hay alternativa en estos casos. “Obviamente no puedo trabajar, soy su cuidadora diaria”. Xabier es un niño especialmente cariñoso, que lo soluciona todo con un abrazo. “Aunque por las mañanas lo noto algo triste”. Su rutina ha cambiado. “Vamos haciendo pictogramas del colegio, pero es complicado. Las rutinas del cole no son las de casa”.

"El colegio nos envía vídeos y actividades, pero hay terapias que son muy específicas y no podemos asumir desde casa"

Lo más difícil es la fisioterapia. Urgente es la palabra exacta para estas familias. “Bajar escaleras es muy complicado para él. Enseguida pierde masa muscular, no puede trabajar el control postural, tiene una serie de accesorios en el colegio que en casa no. Mi hijo es un gran dependiente”.

Apoyo del profesorado

Tania Cid es una de esas personas que las familias con niños con necesidades especiales echan de menos estos días. Es la directora del centro educativo de Velle, cuyos profesores se han volcado en grabar vídeos y canciones para animar a los niños en estos tiempos. “Es complicado. Nuestra enseñanza si no es presencial es muy difícil. Colgamos propuestas en la web, mucho teléfono y mucho guasap. Dimos pautas sencillas para las terapias y nos apetece darles un poco de ánimos. Por lo menos decir que estamos aquí, que nos vean las caras a diario”.

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