El doble rasero viario

En el cajón de las promesas desde Madrid desde principios de este siglo, las dos autovías planificadas para vertebrar el interior de Galicia y beneficiar la movilidad de Ourense con Lugo, Valdeorras y el Bierzo han visto como el reciente proyecto presupuestario presentado por el Gobierno central ha supuesto otro jarro de agua fría a las aspiraciones para que haya avances en la A-56 y la A-76, en las que únicamente se han construido cerca de nueve kilómetros de la primera, un trazado entre San Martiño y A Barrela, en la provincia de Lugo, con escasa utilidad para los conductores más allá de beneficiar a la comarca de O Ribeiro para enlazar con Lugo.

La falta de voluntad para llevar adelante los proyectos que mejorarían la movilidad entre las provincias de la Galicia interior contrasta claramente con las apuestas del Gobierno central en la franja atlántica, donde especialmente Santiago ve como sí el papel da paso al trabajo de campo para construir nuevos kilómetros de carreteras y dar solución a problemas existentes.

En Ourense, mientras, sí se ha desbloqueado la obra más longeva de las cuentas estatales, un tramo de 1,7 kilómetros entre Eirasvedras y Quintela para comenzar la variante norte aunque con una escasa partida de dos millones para el próximo año y la previsión de no finalizar las obras hasta 2025. En Valdeorras, la circunvalación de O Barco se está viendo afectada por un ritmo muy lento de las obras pese a contar con partidas superiores a los 20 millones.

Apuestas

El último proyecto presupuestario permite comprobar, por su parte, como el Ministerio de Transportes consigna 58 millones para la A-54, la autovía entre Lugo y Santiago que, aunque también arrastra un considerable retraso en los plazos, ya tiene en servicio 65 de los 93 kilómetros y obras en los dos tramos pendientes de ejecución, con una proyección para los próximos años en los que se prevé una importante inversión para culminar los trabajos.

En la capital de Galicia se benefician, también, de otra de las inversiones contempladas por el Ejecutivo, el denominado enlace orbital que permitirá conectar la A-54 con la AP-9, lo que facilitará la conexión con equipamientos clave como el aeropuerto de Lavacolla o los polígonos industriales y comerciales de Compostela. No es la única obra de la que se benefician los santiagueses, que en el arranque de 2018 veían como se abría al tráfico la ampliación del tramo gratuito de la AP-9 a su paso por la ciudad, contando con hasta cinco carriles. Otro enlace de la autopista al Gaiás completa el listado de actuaciones impulsadas.

Otros proyectos

Más hacia el sur, en Pontevedra comprobaban el miércoles que sí se había consignado una partida de 23,7 millones para uno de los tramos de la circunvalación de la ciudad del Lérez. En Vigo y su comarca, la AP-9 se ha visto mejorado en el Puente de Rande con la construcción de dos carriles adicionales.

Además, la autopista que vertebra la franja atlántica cuenta desde el pasado verano con importantes descuentos para los usuarios con el sistema de telepeaje y que realicen un viaje de ida y vuelta, al bonificarse el desplazamiento de regreso en su totalidad, a lo que se puede añadir un 20% adicional si son viajeros recurrentes.

Mientras, en la AP-53 entre Santiago y Lalín, la vía que deben utilizar los ourensanos para desplazarse a la capital de Galicia, el peaje de 6,05 euros por cada trayecto completo es inamovible, sin posibilidad de rebajarlo en ningún caso incluso teniendo telepeaje o utilizándola habitualmente. Las demandas de las instituciones han caído en saco roto y en Madrid ni contemplan la posibilidad de rebajas. Otra muestra más del claro doble rasero que hay en materia de carreteras.