Homenaje en Ourense a los veteranos de la Guardia Civil, un cuerpo atemporal

Cerca de 90 exmiembros del Instituto Armado acudieron a la Comandancia de la Guardia Civil de Ourense, donde autoridades y trabajadores les mostraron sus respetos por los años de servicio

Los veteranos de la Guardia Civil de la provincia fueron homenajeados este martes por su servicio al cuerpo durante décadas. Estaban llamados a asistir 112 jubilados, de los que se acercaron cerca de 90. Juntos, en el pabellón de la  Comandancia, recordaron los viejos tiempos del cuerpo: un servicio que funcionó en todas las épocas, desde la Segunda República hasta el régimen franquista. 

Recuerdos de un veterano

Entre las filas de asistentes estaba Santos Álvarez González, un hombre de 92 años que sirvió al cuerpo 25 años. Ingresó en el Instituto Armado en el 62, cuando tenía 30 años. Álvarez explica que era labrador, un oficio “muy duro” y del que “ya estaba cansado”, por lo que decidió cambiar de vida y adquirir un trabajo mejor.

Santos Álvarez, el jubilado más veterano.
Santos Álvarez, el jubilado más veterano.

Se inició en la Comandancia de Huesca, un lugar árido y que requería grandes esfuerzos físicos. Se movían en terreno nevado y montañoso, tenían que estar preparados para la meteorología adversa. Sin embargo, el veterano recuerda aquellos tiempos con cariño: “Estábamos en un sitio de vigilancia, en una caseta. Nos hacíamos la comida y salíamos de expedición. Allí me hice un gran pescador de truchas. Un día tiré la caña y le atravesé el labio a un compañero”, recuerda entre risas.

Tras ello, llegó a Ourense para trabajar en el Economato, un “supermercado” más barato para miembros del cuerpo y otras autoridades. “Estuve encantado de la vida”, señala. 

Su hijo, Jesús Álvarez, siguiendo el ejemplo de su padre, decidió ingresar también el cuerpo. Él lo hizo a los 18 años y su destino definitivo fue Tráfico en Tenerife. Este martes, acompañaba orgulloso a su progenitor, quien no tenía ni idea de lo que le esperaba cuando lo recogieron en su casa por la mañana. 

Otro veterano homenajeado fue José Manuel Soto, quien asegura no ser cantante pese a compartir nombre y apellido con el artista. Él ingresó porque su padre estaba en el cuerpo y, en aquellos años, hacer la mili siendo hijo de un Guardia Civil significaba cobrar el doble.

Comenzó trabajando en el País Vasco, “pasé mucho miedo. Había un promedio de que cada día se moría un agente”, indica. Según él, tuvo suerte porque estaba en la unidad móvil de Logroño y aunque subían con frecuencia, no residían allí. 

Su vida marcó la de su hijo, quien tomó su ejemplo. Conformando así tres generaciones de agentes.  También lo hizo su nuera.  

Otro homenajeado, Luis Martínez, señala que el cuerpo cambió mucho con el tiempo. El optó por introducirse para tener un medio de trabajo y de vida. “Pero ahora es una cuestión de vocación, la gente viene bien preparada. Antes no había trabajo casi en ningún sitio”, señala. 

Durante su estancia trabajó en varias localidades de la provincia: Montederramo, Carballiño o Allariz, entre otras. “En los pueblos somos muy cercanos. Hablábamos con los paisanos y controlábamos que todo estuviese bien. Había una convivencia”, explica. 

José Manuel Soto: “Pasé mucho miedo en el País Vasco. Cada día nos decían que se había muerto un agente”
José Manuel Soto: “Pasé mucho miedo en el País Vasco. Cada día nos decían que se había muerto un agente”

Residencias de mayores

Durante su intervención en el acto, el comandante Rafael Berguillo anunció que están a punto de poner en marcha un proyecto para convertir viejos cuarteles o pabellones en residencias de guardias civiles mayores. Lo harían con los centros en desuso, como el de Lobios, que en verano ya se usa como centro de día.  En Ourense hay cerca de un centenar, que podrían convertirse en usuarios de estos centros que tendrán precios más económicos.

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