Incendios en invierno como los de Ourense: “Cada vez van ser máis frecuentes”

Imagen del último incendio registrado en el parque natural del Xurés, ayer.
photo_camera Imagen del último incendio registrado en el parque natural del Xurés, ayer.
El parque natural del Xurés registró el tercer fuego en cuatro días, esta vez, en el concello de Muíños, Ourense

Resulta difícil entender cómo es posible que la provincia de Ourense registre estos días incendios forestales, tras meses de prolongadas precipitaciones. El parque natural del Xurés fue ayer víctima del tercer fuego en cuatro días: el viernes, en Muíños, el domingo, en Calvos, y ayer, de nuevo, en Muíños. En los tres casos, las llamas llegaron desde la frontera portuguesa, y afectaron, según las últimas estimaciones, a unas cinco hectáreas de terreno protegido. El incendio de Muíños seguía activo a última hora, contaba con dos focos y dos hectáreas de superficie calcinada, según Medio Rural. 

Los expertos coinciden en señalar la utilización del fuego para limpiar el monte (tanto en la provincia como en los territorios vecinos), las horas de sol, las heladas nocturnas, y la degradación del suelo, ya que esas zonas han ardido de forma reiterada en los últimos años. “De Portugal entran incendios durante todo o ano, sempre nos preocupa, non só agora no inverno”, apunta Aquilino Valencia, alcalde de Calvos de Randín. “Son lumes intencionados, non foron provocados por causas naturais, non houbo lóstregos”, explica Xosé Santos, agente forestal. 

Las heladas

La insolación y las heladas de estos días ayudan a secar la vegetación, lo que favorece la propagación de las llamas. “Se chove, a vexetación empápase, pero ao pasar catro ou cinco días de sol e con xeadas, a pouquiña humidade que hai evapórase”, detalla Santos. De esta forma, pese a las lluvias de los últimos meses, el matorral ya está seco y el fuego no encuentra una barrera natural. El alcalde de Calvos, que trabajó durante años como agente forestal, explica las consecuencias de las heladas: “As herbáceas están secas, sen savia por dentro, o que permite que arda moito máis”.

Santos también incide en la importancia de la ordenación del territorio: “Se o monte estivera equilibrado, se houbera carballeiras, soutos de castiñeiros… frenarían o lume”. Además, señala la gravedad de que una zona de alto valor ecológico, como el Xurés, arda de forma continua, “sen que os culpables paguen polo que fan”. 

La degradación del suelo

Montserrat Díaz Raviña, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y presidenta de la sección de Biología de la Sociedad Española de Ciencia del Suelo, habla de la degradación del suelo. “Nesas zonas leva ardido de xeito sucesivo durante os últimos anos, polo que o solo perdeu a súa calidade”, señala. Cada vez que arde, la capa superficial del suelo se deteriora más: “A materia orgánica está nesa primeira capa do solo, e é esta materia a que absorbe a auga. Da igual que chova, a auga non queda almacenada. Por iso os incendios no inverno serán cada vez máis frecuentes, porque o solo está máis seco”.

La “profunda” huella del fuego en las zonas que arden de forma reiterada

Los expertos señalan con preocupación el estado de los montes que arden de forma reiterada en el tiempo. “Na provincia hai ecosistemas de alto valor ecolóxico que acumulan incendios, como é o caso do Xurés ou do Macizo Central”, explica Xosé Santos. Las consecuencias afectan a la vegetación, que se calcina, a la fauna, que muere, y al suelo, que pierde cada vez más propiedades. Montserrat Díaz Raviña es clara en este sentido: “Sen solo non hai vida, e tarda moito en recuperarse. Cada centímetro de solo que se perde nun incendio tarda en rexenerarse entre 100 e 1.000 anos. Canto máis arde nunha mesma zona, máis centímetros se perden”. 

La investigadora del CSIC remarca la importancia de las tareas de prevención y de la rápida actuación tras los incendios para combatir la degradación del suelo. “Estos traballos son moi relevantes, sobre todo en zonas de moita pendente. A palla que se coloca protexe o solo, e impide maior afectación”, detalla. Las llamas provocan la pérdida de materia orgánica y, cuando esta desaparece -tras sucesivos incendios-, asoman las piedras. “Con cada novo lume, pérdese materia orgánica, pérdese calidade, pérdese profundidade e pérdese capacidade de reter auga. É moi grave”, asegura. 

 De hecho, las investigaciones en las que trabaja Díaz Raviña permiten calcular los litros de agua que un terreno pierde tras sufrir sucesivos incendios en el tiempo.

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