Leyendas de Ourense

Leyendas de Ourense | Las mil y una perrerías de los demos

Los demonios campan a sus anchas por los caminos ourensanos: de Sandiás a Castro Caldelas, las leyendas sobre estos seres abundan en el folklore local

(Ilustración: Guillermo Altarriba) demonio leyenda ourense demo

Está el Demonio, y están los demonios, os demos. Está Lucifer, el Cornudo, el Tentador, el Príncipe de las Tinieblas, el Gran Dragón… y luego están los demos de la tradición gallega, seres que tienen poco que ver con el Maligno y están más cerca de los duendes o los espíritus traviesos. De hecho, la palabra “demonio” viene del griego daimon, “genio” o “divinidad menor”,  lo que ya apunta al hecho de que hay más de uno.

De hecho, si atendemos a las muchas leyendas que se cuentan sobre los demos en la provincia de Ourense, uno puede llegar a la conclusión de que es imposible ir -pongamos- de Ribadavia a Carballeda sin tropezar con dos o tres o cuatro de estos seres. Su papel en los relatos va de lo terrorífico a lo anecdótico, como la historia que cuentan de un demo de Cartelle que se volvió tolo por meterse bajo un carro y saltar de una rueda a otra, tratando de descubrir dónde se producía el ruido.

Los demos habitaban el subconsciente de la provincia desde mucho antes de que llegara el cristianismo. Con todo, la expansión del nuevo culto llevó a que muchos mitos paganos se identificaran con la prole de Satanás, y tal vez venga de ahí el odio acérrimo que muestran los demos de las leyendas a todo lo relacionado con lo sagrado. Ni cruces, ni agua bendita, ni la piedra de las iglesias: los demonios no pueden ni verlas.

Un ejemplo es la leyenda de los demos golosos de Castro Caldelas. Cuentan que una joven se encontró poseída por varios espíritus malignos, y sus vecinos lo descubrieron por un detalle nimio: de repente, podía hablar castellano perfectamente, algo de lo que era totalmente incapaz en su día a día. Otro detalle relevante es que la joven, de pronto, se negaba en redondo a cruzar el umbral de la capilla.

Cuando llegó el momento de comenzar la novena de Os Remedios, los vecinos llevaron a la joven hasta la iglesia, pero esta se negaba, aferrándose a los postes y clavando las uñas en todo aquello que la podía mantener alejada de sagrado. Vista la insistencia de los vecinos, los demos hablaron por boca de la mujer: “Si nos dáis un chorizo y una onza de chocolate, la moza podrá ir a la novena”. Así lo hicieron, y los espíritus dejaron el cuerpo de la muchacha, concentrados en su nueva obsesión

Otra historia de final chistoso es la del demo que rondaba por Sandiás. Dicen que un grupo de jóvenes tunantes se lo encontraron bajo la forma de una bestia. No demasiado sobrios, decidieron cabalgar sobre el animal, y se dieron cuenta de que cuantos más se montaban, más largo se volvía el lomo del bicho: algo totalmente lógico, bajo su razonamiento etílico.

Una vez estuvieron todos subidos, azuzaron al demo disfrazado de bestia para que cruzase el río. El primero de los muchachos, zarandeado, exclamó un “¡Jesús!” bien fuerte, lo que provocó que el demo desapareciera y los dejase a todos chapoteando borrachos en el río. ¿Fue por la invocación a Nuestro Señor o una dulce venganza por ser montado? En este caso, bien podrían ser ambas.


FUENTES // Para escribir esta leyenda, nos hemos basado en el relato de Urbano Santana en su “Resume xeneral de folklore de Sandiás”, publicado en la Revista Nós en 1931; en el texto “Miscelánea folklórica” que Vicente Risco publicó en Cuadernos de Estudios Gallegos en 1946 y en algunos relatos recogidos en el blog Galicia encantada.

Te puede interesar