Micky: “En Ourense vamos a hacer algo muy especial, será más rock and roll”

El cantante Micky.
photo_camera El cantante Micky.
Entrevista al cantante Miguel Ángel Carreño, "Micky", al que hoy rendiremos homenaje en el Centro Cultural Marcos Valcárcel a partir de las 12,00 horas en el Foro La Región

Micky es parte de la historia de la música en España. El sábado demostrará porqué, dentro de Los Conciertos de La Región, con la banda Los colosos del ritmo, en la discoteca Luxus. Será a las 21,45 horas.

El sábado desembarca en Ourense, ¿cómo lo afronta?

Cada vez que subo al norte los jugos gástricos empiezan a desarrollarse en mi memoria. Recuerdo cuando subía con los Tonys a Galicia y tardábamos un día y pico. Ahora lo haré con Los Colosos del Ritmo. Tengo tres buques bandera que fueron número uno en España: Enséñame a Cantar; Bye, Bye Fräulein y El chico de la armónica. Con esta banda nos remontamos a un tiempo algo anterior a esta época, los tengo un poco en plan “destroyer”. Tengo otra banda que se llama Los Demás, con los que hago otro repertorio, los estándar de mi quinta. Pero lo de Ourense es más especial, más rock and roll, más Pirata y Mariskal. No iré de Tú serás muy feliz, no, hay que ir con Jabón de azufre o Miedo al vuelo. Aunque sí que le dije a los Colosos que revisen los acordes de El chico de la armónica, porque estoy seguro de que tendré que hacer un pequeño recuerdo.

¿Cómo se junta con Los Colosos del Ritmo?

Estos chicos son una pandilla de jóvenes que militan en el mundo indie en Madrid. Una gente muy respetada y cotizada en esta zona. Esto viene a raíz de cuando saqué el primer trabajo que hice con Jorge, de Doctor Explosion, “La cuenta atrás” y “Desmontando a Micky”. Esta gente son unos enamorados de la música de los 60, tienen un respeto enorme por esa época. Yo he caído ahí de pie. Son muy divertidos y les encanta el Micky de los Tonys. Vamos a hacer canciones del repertorio. Para mí son como el glamour. Me respetan y respetan la música, sobre todo esas canciones cortas, que duran dos minutos y que tienen un mensaje supersimpático. Soy muy feliz de tocar con ellos. En 2021 sacamos “Micky y los Colosos del ritmo”, quiero resaltar que no trabajamos en CDs, solo vinilos.

¿Va a ser una fiesta con un punto de nostalgia?

Sí, hay mucha morriña. La gente se va a encontrar con lo que los Tonys hacían, pero de otra forma, con otras guitarras, otros sonidos y otro concepto.

El domingo habrá un Foro Homenaje a su figura. Dice Mariskal que no ha tenido los suficientes tributos, ¿cree que ha tenido un justo reconocimiento en este país?

Tampoco me preocupa mucho eso. El reconocimiento, en primer lugar, lo tengo que pensar yo, a ver si me lo merezco.

¿Cómo recuerda sus inicios?

Empecé con los Tonys. En el año 59, me subí por primera vez a un escenario en España. Venía de Jordania, de Amán, de Beirut. Mi padre estaba destinado ahí, y fue donde, con 13 o 14 años, descubrí el rock and roll. Yo era un culo inquieto y mi padre, un enamorado de la música clásica, porque los embajadores ya se sabe como son. Pero yo era un yeyé incipiente y me gustaba Elvis Presley, James Dean, Kim Novak. Me metí en el rock and roll, en el 58, cuando esto era efervescente. Cantaba “guachiguachi”, porque no sabía inglés, nunca lo estudié, me aprendía las letras de las canciones machacándome el oído al lado de los altavoces. Cuando llegué a España, tuve la suerte de que Pepe Barranco de Los Estudiantes me invitara a cantar con él una canción de Elvis. Entre el público estaban tres de los Tonys y dijeron “ahí va, es el que necesitamos”. Me llevaron a su local de ensayo y hasta ahora, con 80 años.

¿De dónde salen las fuerzas?

Creo que de que me gusta mucho el vino bueno. Paseo bastante, me cuido, sé que me debo al escenario y tengo un manager que me controla. Sigo siendo el hombre de goma, apodo que me puso la prensa, cuando en el 62 dijeron que me movía como si fuera elástico y te digo también que a mucha honra.

En otros países, los músicos con cierta edad son muy respetados, ¿aquí sucede lo mismo?

Nosotros somos muy nuestros. El otro día oí un comentario en la prensa diciendo que no se respeta a la gente que marcó un punto definitivo en la música en el rock and roll y en el pop rock. En España parece ser que en cuanto te haces un poco mayor o veterano, resulta que ya es de usar y tirar. A mí me da igual, yo me defiendo en el escenario y punto. En Francia y en Italia se respeta mucho a la gente de los 60. Nosotros somos unos Quijotes.

Elvis quería cantar El chico de la armónica, ¿fue especial?

Estábamos en Nueva York y estaban interesados en RBA, porque Elvis necesitaba un éxito tipo balada. Lo que pasa es que murió, no sé si del susto que le di. Pero creo que grabó una maqueta. Imagínate si aparece por ahí perdida. ¿Dónde me pone a mí? En nueva York tomándome un whisky a la salud del rey.

De la música actual, ¿qué escucha?

Hay gente muy, muy buena. Me vas a llamar viejo o veterano, porque lo soy, pero tengo un cantante francés, Francis Cabrel, del año catapún que es una maravilla y después me gustaba mucho Amy Winehouse. En cambio de las modernas, las que han estado actuando ante 200.000 millones de espectadores, no soy muy de ellas. Las llamo un poco cantantes gimnasia, no sé si cantan en directo y en el escenario es todo gimnasia. Mira que yo soy el hombre goma y tendría ventaja. Creo que hay baladistas, otra gente. Yo soy un enamorado de las voces y tiene que darme el puntito. Hay gente como muy sorprendente, pero aparecen y desparecen sin más.

¿Cuesta mantenerse fiel a uno mismo en este negocio?

Muchísimo. Esto es muy delicado, muy competitivo. Antes teníamos una ventaja. Una canción de éxito duraba mucho tiempo, hasta un año, ahora no, son visto y no visto, pero se forran inmediatamente. Cuesta mucho mantenerse ahí, sobre todo a medida que te vas haciendo mayor, te van desplazando. Son otros mensajes, otro tipo de ideas, de conceptos, de arreglos. Es delicado el tema. Y sobre todo, no se venden discos ahora.

¿Se llegó a ver retirado?

Siempre me gustó trabajar de cara al personal. Estuve en una compañía aérea y me hubiese gustado ser director de un hotel. Pero ahora ya, como estoy definitivamente en el mundo de la farándula, ¿adónde voy? Las coordenadas hacen que yo me muera encima de un escenario.

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