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Seis familias del número 7 de Fonte do Monte, el edificio aledaño al colegio Cardenal Cisneros, no podrán regresar a sus viviendas durante los próximos tres meses. Así lo indicó uno de los propietarios, Óscar González, tras conocer la noticia en una reunión celebrada el lunes por tarde con el concejal de Seguridad Ciudadana, Telmo Ucha, y el coordinador de los bomberos, José Benito Álvarez.
Por el momento, el edificio está estable, pero los técnicos de infraestructuras no pueden garantizar su fiabilidad en caso de fenómenos meteorológicos adversos. González señala que durante el encuentro les explicaron que “realizarán unas obras de urgencia, saltándose las aprobaciones de presupuesto, de las que se ocupará el Concello en un primer momento”. Así, una vez restaurado el muro, le pasarían el cobro al seguro que se vaya a hacer cargo, “posiblemente el de la empresa que fue a instalar el gas”, indica González.
Los hechos que llevaron a este grupo de vecinos a no poder entrar en sus casas ocurrieron el pasado 2 de marzo. La compañía Naturgy, a través de la empresa Emi Álvarez, estaba realizando una canalización de gas en Fonte do Monte número 7 cuando picaron el tope de hormigón que sujetaba el tapón de la tubería. Este saltó y el agua comenzó a salir sin control. Se acumuló tras el muro que separa el bloque del colegio Cardenal Cisneros hasta que el empuje acabó por tirarlo sobre el patio.
Minutos antes, hasta 80 alumnos jugaban al lado. Al ver que comenzaba a salir agua, la jefa de estudios les mandó subir a las aulas y la estructura se precipitó. Ahora, estarán lo que queda de curso sin patio y tendrán que pasar los recreos en la tercera planta del colegio.
Precisamente, la acometida del gas que desató la catástrofe fue un encargo de unos inquilinos que estaban a punto de mudarse al edificio. El joven matrimonio estaba ultimando los detalles para trasladarse, pero el muro se precipitó y ahora tendrán que permanecer en su residencia anterior.
Sobre el resto de pisos, el propietario relata que están haciendo lo que pueden: “Algunas familias estaban eventualmente con familiares pero la cosa cambia al ser tres meses”. Otros buscan alternativas de alquiler, pero parece misión imposible dada la falta de oferta.
“El resto estamos arreglando con segundas viviendas o con familiares. El problema es la gente más mayor que tiene citas en el médico y necesita desplazamiento constante”, señala también. Este es el caso de una madre y una hija que no pueden conducir y precisan estar cerca del centro de salud. Una vecina del edificio de al lado, Ana, les cedió un ático para que no tuviesen que moverse al pueblo. “La situación era extrema, así que les di alojamiento”, indica.
La alternativa del Concello de Ourense, para que dos familias se quedasen en el hotel Altiana, era solo para una semana.
El día que cayó el muro los vecinos cogieron solo unas cuantas prendas para pasar las próximas horas, sin embargo, dada la situación al día siguiente tuvieron que regresar. Ayer, González explicaba que tendrán que volver junto a los bomberos “a coger la ropa de primavera porque nos llevamos más bien prendas de abrigo”.
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