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A la falta de las elementales labores de conservación se ha sumado, según testimonios de vecinos del barrio de A Ponte, la presencia de okupas que pasan algunas noches al abrigo de la veterana locomotora de vapor que desde hace casi cuarenta años forma parte del paisaje urbano del entorno de la estación de Ourense.
La asociación Nova Vía, de defensa del patrimonio ferroviario ourensano, alerta de que el deterioro de la locomotora podría llegar pronto a un estadio de degradación irreversible de no actuar de manera inminente. Esto supondría una “terrible pérdida para el patrimonio ferroviario español pues la que tenemos en Ourense es una de las dos que todavía existen de una de las locomotoras más singulares y escasas que rodaron por nuestro país”, señala Carlos Tavares, presidente de la referida asociación.
Tavares recuerda que la última actuación para preservar la locomotora se realizó hace veinte años, en 2003, tras años de insistencia por parte de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Ourense (ASOFER) que llegaron a pedir al Concello que cediese la custodia de la locomotora para que pudiesen ellos realizar la restauración.
El presidente de Nova Vía recuerda que el Concello de Ourense asumió la responsabilidad de preservar la locomotora “cuando se produjo la cesión de la misma por parte de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, que la había salvado del desguace conjuntamente con otra locomotora de esta misma serie que se encuentra en el museo de Vilanova i la Geltrú, dependiente de la fundación.
“La locomotora es un monumento”, señala Carlos Tavares, “no solo un elemento del patrimonio ferroviario, sino también un bien cultural y como tal existe una responsabilidad pública para su preservación. Forma parte de nuestra historia y si se encuentra en su actual emplazamiento es para subrayar el vínculo del ferrocarril con el barrio de A Ponte ya que, en su día el Concello eligió esa localización para rendir homenaje a los ferroviarios ourensanos que vivían allí”.
Pero a diferencia de los monumentos escultóricos que son concebidos ya en origen para que la intemperie genere en ellos una pátina con la que evolucionan a lo largo del tiempo, las locomotoras fueron fabricadas para tener una larga vida siempre que se les prestase el debido mantenimiento, para prevenir un deterioro que se ceba en la máquina de A Ponte desde hace años: pérdida de pintura original, oxidación, pudrición de los elementos de madera, vandalismo… son algunos de los problemas que hay que atajar de forma inminente pues la corrosión ya está afectando a su propia integridad lo que obligaría a sustuir elementos originales. “Una cosa es restaurar, devolviéndole a una pieza su carácter original y otra, tener que rehacer piezas.”
La inauguración del monumento tuvo lugar el 27 de julio de 1976, cuando la tracción vapor ya había desaparecido de la red ferroviaria y Ourense se había convertido en la ciudad de Galicia con más ferroviarios, entre maquinistas, interventores y personal de depósito, talleres y circulación.
En una primera etapa, solo se emplazó la locomotora sin su ténder que es el vagón de apoyo que almacena el carbón y agua y que fue instalado tiempo después. Ambos elementos llegaron hasta Ourense rodando por las vías de Renfe y fue necesario tender una vía provisional para mover la locomotora hasta su actual posición, ya que no se disponía de grúas capaces de desplazarla desde la vía en la que se encontraba.
La 240-2072 fue fabricada en 1927 y dejó el servicio activo en 1968. La primera vez que pisó Galicia fue cuando llegó a Ourense para su destino final como monumento en la calle de Jesús Pousa. Las locomotoras de esa configuración de ruedas, las 240, conocidas como mastodontes, circularon por Ourense en la década de 1940. Renfe llegó a tener más de medio millar. Pero la que se exhibe frente a la estación formó parte de una corta serie de solo cuatro unidades, fabricadas en Bélgica para el Ferrocarril Central de Aragón y tenían su base de operaciones en Valencia. Estaban diseñadas para arrastrar trenes rápidos de viajeros, de ahí sus características ruedas motrices de 1,75 metros. Su alto valor histórico queda ensombrecido por el maltratode la institución que tendría que asumir su cuidado.
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