OURENSE NO TEMPO

Pazos de Arenteiro y Cachamuíña

Las calles de Pazos en julio de 1924. Foto Sola. Vida Gallega.
photo_camera Las calles de Pazos en julio de 1924. Foto Sola. Vida Gallega.
Sin duda el capítulo de hoy podría encuadrarse dentro de la serie Crónica Negra Ourensana pero, siendo consciente de la gran belleza que atesora, prefiero no emparentarla con hechos desagradables, máxime cuando los datos que se conocen de ese territorio nos hablan de victoria y heroicidades

En el Concello de Boborás, la parroquia de San Salvador de Pazos de Arenteiro se convirtió en el lugar donde los franceses encontraron su talón de Aquiles. En esta ocasión no hubo ni Asterix ni Obelix ni nada que se le pareciera; lo que hubo y sufrieron los gabachos fue a Bernardo, Juan… Y en lugar de poción mágica, si acaso unos buenos caldos del Ribeiro para reconfortar el alma y calentar los cuerpos.

En 1808, cuando Napoleón intentó hacerse dueño del mundo, fue una de las etapas de más actividad bélica en nuestra Galicia. Un año después de comenzar ese intento de invasión, el 20 de enero de 1809, caía la ciudad de Ourense a manos del mariscal Ney.

Y aunque los franceses pensaron que estaba todo hecho y solamente tendrían que organizar sus tropas para que “recaudaran”, las cosas iban a ser muy diferentes. Cierto es que durante un tiempo los libros de defunción de las parroquias apostillaban casi todos los fallecimientos con la frase “fue muerto por los franceses”, pero no les salió barato a los galos…

Bellísimo arco del puente de la Cruz, donde se detuvo al francés. Para ello se tiró un arco. Quizás esa sea la causa de que no se haya reconstruido. Foto Páez, 1909, Revista Galicia.
Bellísimo arco del puente de la Cruz, donde se detuvo al francés. Para ello se tiró un arco. Quizás esa sea la causa de que no se haya reconstruido. Foto Páez, 1909, Revista Galicia.

Es aquí donde comienza el relato. Después de días sufriendo las tropelías del francés, el marqués de la Romana, al mando del ejército “de la Izquierda”, el 27 de marzo de 1809 da instrucciones al capitán de granaderos Bernardo González del Valle, nacido en Cachamuíña, de organizar el 2º Batallón del Regimiento de Lobera. En aquellos momentos, los invasores (mariscales Soult y Ney) buscaban el dominio de las riberas del Miño, para entrar en Portugal. La acción se desarrollaba en la zona del “Rivero” y Cachamuíña, con unos pocos hombres y escaso armamento, decidió trasladarse a Boborás para organizar el acoso al francés. Allí, con gentes de la zona, formó lo que se llamó Batallón de Voluntarios del Ribero (Legión del Rivero). Ese fue el germen de los Tiradores del Avia, con los que posteriormente participó en la liberación de Vigo.

“… montados en malos jacos, con peores y míseros arreos, hasta con estribos de esparto, armados con escopetas y pistolas de diferentes sistemas, chuzos, azadas, hondas, hoces, picas... todo era útil para despachar franceses al otro mundo” (general Kellerman, Valladolid, febrero de 1809).

Semanas antes (28 de febrero) los vecinos de Pazos de Arenteiro se habían estrenado, atacando a los recaudadores que los “visitaban”. Se cuenta que 30 franceses fuertemente protegidos entraron al pueblo y los vecinos, sin armas, consiguieron matar a seis y poner al resto en fuga. Tras varios enfrentamientos y espeluznantes represalias que, lejos de amedrentar a los vecinos, los enardecían más si cabe, el enemigo destina mil soldados armados para eliminar a los rebeldes, y el 2 de marzo, en el puente de la Cruz, se produce el enfrentamiento. A los mil fusiles del gabacho se enfrentaban menos de 300 armas entre escopetas y fusiles, y aunque todo hacía presagiar una derrota, el buen conocimiento del terreno y el buen uso de las armas terminaron por dar la victoria a los ourensanos.

Contaba el padre Samuel Eiján en su “Historia de Ribadavia”: “Cansado el enemigo de hacer descargas cerradas contra las rocas y muros de viñas, desde donde se les correspondía con un fuego lento y graneado, que les causó un terrible estrago, se retiró precipitadamente, habiendo entrado al anochecer en Ribadavia con todo el aparato de una música asombrosa, para disimular la confusión y vergüenza que traía consigo”.

Después de esta derrota, el mariscal Soult decretó que todo aquel que fuera detenido en posesión de armas sería considerado ladrón y asesino, imponiéndole por tanto la pena capital, y además sería quemado el pueblo donde apareciera muerto un francés. Los españoles respondieron que todas las partidas de guerrilleros eran parte del Ejército español, por lo cual la aplicación de ese decreto sería respondida con el ajusticiamiento de tres franceses por cada guerrillero muerto o casa quemada. Así nos las gastábamos de aquellas…

Cachamuíña.
Cachamuíña.

Lo que ocurrió a continuación es parte de otra historia que desemboca en la liberación de Vigo y la derrota del francés, pero eso será otro día. Lo que sí debemos recordar es el espíritu de aquellos guerrilleros que no daban por “ganado el día” si no habían abatido a un enemigo.

Boborás y su entorno es zona digna de visitar, por infinitos motivos; para mí, los principales son su belleza natural y toda la historia que encierran sus piedras, ya no la que hoy recuerdo de la Guerra de la Independencia, sino su relación con el Temple, con la España judía… Cuna de personajes de extraordinaria valía, allí yace Antón Losada Diéguez (“Nós”), el arqueólogo Chamoso Lamas, el teniente coronel José Cervela (sin duda emparentado con Hipólita Cervela “a Toca”, una heroína del episodio de 1809, en el que perdió una mano defendiendo a la señora que la cuidaba durante su enfermedad).

Aunque no es necesaria excusa para ir a conocerlo, os recomiendo la fiesta que en verano hacen como recreación de los hechos que hoy os recuerdo: “1809. A Batalla”. Con una puesta en escena espectacular en la que interviene la práctica totalidad de vecinos de Pazos y su entorno.

Para conocer la historia

  • Miguel Losada. Revista Galicia nº 10. 15 de mayo 1908
  • Benito Fernández Alonso. Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos.
  • Samuel Eiján. Historia de Rivadavia y sus alrededores.
  • Augusto C de Santiago-Gadea. Guerrillas gallegas.

Pido disculpas por los posibles errores en las fechas, aunque he intentado contrastarlas no he sido capaz de asegurar el orden. El tiempo transcurrido y la compleja situación que se narra son parte de la culpa, la otra es…

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