La provincia de Ourense blinda sus 2.000 bares como un antídoto contra la soledad

Hay al menos 1.200 ourensanos que tienen que desplazarse a otro concello para tomar café o echar una partida de cartas

Son las 12,10 horas de un jueves en el único bar de Quintela de Leirado -el Redes-, y si una se descuida, en pocos minutos, María del Pilar ya ha despachado café a todos los agentes sociales del pueblo. El alcalde, el médico, la enfermera y el cura. Maestro ya no hay: hace años que cerró la escuela. Acaba de estudiarse por primera vez en España la dimensión social de la hostelería y los autores del extenso informe -apoyado por la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales- concluyen que el bar es un antídoto contra la soledad y la despoblación. En Quintela de Leirado ya lo sabían. El Concello ha puesto hasta un autobús gratuito que recorre todos los pueblos del municipio: muchos de los vecinos que se montan, lo hacen solo por ir al único bar que hay para socializar. No es un caso aislado: Ourense es una de las provincias con más bares por habitante de España, ocupando el puesto número nueve según la Federación Española de Hostelería. La resistencia está en el rural: hasta hace poco, no había ni un solo municipio ourensano sin bar. En Punxín cerró hace unos meses el único negocio que quedaba y encontrar solución está entre las prioridades del alcalde, Manuel Vázquez: “En seis parroquias non hai onde tomar o café. Hai que buscar algo, desde o Concello somos os primeiros que axudaríamos a que alguén o colla”. Una desgracia. 

1.200 perjudicados

Son 2.233 negocios de servicios de comidas y bebidas -bares- los que hay en la provincia, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Supone una pérdida de un centenar de negocios desde la pandemia y, echando la vista atrás, hay casi 300 negocios menos que hace una década. Sobre el terreno, serán menos. El informe sobre la dimensión social de la hostelería coloca a Galicia como una de las cinco comunidades autónomas en las que no hay ni un solo municipio sin bar. Pero en Ourense, la tragedia que supone el cierre del centro de la vida social se extiende, al menos, a Punxín y a Gomesende. Pura Rodríguez, la alcaldesa del segundo, lamenta que “hai tendas, pero dende hai uns meses a rapaza que tiña o bar pechou”. Son algo más de 1.200 vecinos los que tienen que irse a otros concellos para tomar un café, jugar a la brisca o charlar con un vecino. Otra decena de concellos, como Quintela de Leirado, sobrevive con solo un bar, el Redes que regenta María del Pilar. Sin saberlo, ella también es último reducto contra la despoblación. “Soy psicóloga, enfermera, agencia inmobiliaria… Ayer aún le encontré trabajo a alguien, porque el primer sitio al que vienen a preguntar es a mí. Hay un autobús gratuito que puso el ayuntamiento que recorre los pueblos, y son bastantes. Están tan aislados que algunos aprovechan y vienen solo por tomar café, socializar”. 

"Moito que recuperar"

En una de las mesas del Redes está el alcalde, que aprovecha para hablar de las bondades del Museo de la Emigración -mil y pico visitas llevan-, su mujer, Guillermina; la antigua enfermera del pueblo, Marisa; la nueva, Marifé y el marido de Marisa, Santi. “Normalmente vimos tódolos venres, pero como mañá é festivo local quedamos hoxe. Vimos tomar o café. Aquí concentrámonos todos. Falta por chegar a traballadora social, que vén máis os mércores, a farmacéutica e o médico”, cuenta Marisa, la más habladora. Y añade una realidad como un templo: “Hai moito que recuperar despois da pandemia”. En la barra, un grupo de empleados de un taller de medio ambiente, apura el sándwich del descanso. “Somos doutro concello, pero traballamos aquí e ademais gústanos este bar”.

Panamá por Quintela

María del Pilar, que ya está más cómoda con los extraños del periódico, cuenta su historia. Estuvo a punto de irse a Panamá desde Vigo y terminó en Quintela. “Mi marido tenía una empresa de excavaciones y con la crisis de la construcción pues… Le salió un trabajo en Panamá y teníamos también unos familiares en Quintela que nos hablaron de coger el supermercado. Nos vinimos con dos hijos adolescentes hace siete años. Al segundo año monté el bar y luego el estanco. Sé que trabajo no me va a faltar”. Entra el médico por la puerta a dejar un sobre para una clienta. De paso, le echa un ojo a las setas lepiotas que acaba de traer el marido de María del Pilar y, entre risas, le da el visto bueno sanitario. La hipótesis de que los bares cumplen una función social imprescindible queda más que justificada. Pero hay otra que observaron los que firman el estudio pionero en España: que un bar es un centro multiservicio. Y es que en Quintela de Leirado, al despacho del regidor se accede desde el interior del bar. “Tiene una oficina de seguros. A mí me viene genial. Si una persona viene a por una fe de vida, entre que tiene que esperar, me toma el café”, se desternilla María del Pilar. 

A ocho kilómetros de Quintela, el bullicio deja paso a la calma en Pontedeva, uno de los concellos más despoblados de la provincia. No llegan a los 500 habitantes y el bar Rubio es uno de los tres que resiste en todo el municipio. Es mala hora, las 13,20. Están en la puerta Manuel Vázquez, el gerente, y un vecino que apura una Estrella Galicia. “Despois de comer é cando vén máis xente a xogar a partida. É o punto de reunión. As fins de semana veñen moitos que están en Ourense ou Vigo, pero pola semana nada”, cuenta el dueño, que comparte mesa con el cliente. “Xogamos, falamos un pouco…”.

Como ocurre en muchos municipios del rural, el bar también es normalmente la propia casa de los dueños. En Pontedeva es así. Pero basta que haya un vecino dispuesto a pedir cerveza y palique para que el hostelero esté ahí, cumpliendo la función social que ahora estudian los expertos. Ourense podría ser el experimento sociológico perfecto: comparte ránking de provincias con más bares por habitante con lugares como León, Salamanca, Zamora, Palencia, Ávila, Baleares, Burgos y Asturias. Hay 2,9 bares por cada 1.000 ourensanos. Los investigadores de este informe pionero, con más de 1.000 encuestas, anotan el chascarrillo: “La España vaciada, pero llena de bares”.

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