El pueblo de Ourense que vive con miedo a los perros de un vecino

Sucesos

Todo el núcleo de Barrio (Barxés, Muíños, en Ourense) tiene precaución cuando sale de casa. Los pitbull de una joven pareja ya mordieron a cinco vecinos. Todavía están en el pueblo.

El barrio de Ourense que vive con miedo a los perros de un vecino

Feliciana Romero, la mujer atacada por los pitbull de su vecina, regresaba ayer a casa después de hacerse las curas diarias en el centro de salud. Apenas puede andar y mantiene el ojo cerrado, todavía con los párpados cosidos. El ataque supuso un trauma del que difícilmente se puede recuperar, entre otras cosas, porque los cuatro perros que la atacaron continúan viviendo en la casa de enfrente, en el pequeño núcleo de Barrio (Barxés, Muíños).

La unidad del Seprona de la Guardia Civil acudió a investigar los hechos el jueves mientras la víctima era trasladada al hospital. Según le informaron más tarde, los perros están bajo custodia del Instituto Armado, “pero en vez de llevárselos, los dejaron en el mismo sitio”, apunta Romero. Hasta que no llegue la fecha del juicio, pocos avances esperan.

Poner la denuncia tampoco fue sencillo: “Con la excusa de que era fin de semana, nos derivaron a distintos cuarteles de la provincia y nos pusieron pegas constantemente”, relata la víctima.

Ahora, poco se atreven a acercarse a la vivienda de los propietarios, en la que vive una joven pareja que ayer rechazaba hacer declaraciones a los medios.

"Solo me agarré el cuello"

“Cuando me engancharon los perros, mi única preocupación era agarrarme el cuello. Me tiré al suelo y dejé que me comiesen los ojos y el pelo”, recuerda Feliciana. En ese momento, llegó la propietaria y trató de apartarlos, consiguiendo que también la mordiesen a ella.

Los vecinos del pueblo señalan que en los últimos años hubo hasta cinco víctimas de los mismos canes. En estos casos, solo un perro realizó los ataques. Es el caso de la mujer más mayor de la villa, Rosa Pena. “Iba caminando y un perro me saltó. Me rasgó toda la falda y me la arrancó. Me atrapó una mano”, explica. Sus cicatrices aún son visibles.

Además, afirma que llevan años pidiéndoles precaución, pero siempre sin respuesta: “Nos obliga a cambiar de camino cada día, no utilizamos las entradas normales”.

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