ENTREVISTA

Acisclo Manzano: "Quiero retirar de la calle mis esculturas y llevarlas al monte, no son mobiliario"

LA REGION. 11/05/2018 Acisclo Manzano, artista plastico. Foto: Miguel Angel
photo_camera El escultor Acisclo Manzano.

El escultor ourensano confiesa que quería ser poeta y repasa sus esculturas

"Acisclo, ven que aquí también hay troncos", cuenta el escultor ourensano Acisclo Manzano que le suplicó una novia de un país lejano. "Arestora no Canadá están chorando polos piñeiros que vós cortades na nosa Galicia", dice que salió de la boca de Otero Pedrayo, un día cualquiera, de aquellos de la Atenas gallega, los artistiñas y el Volter. Allí, en la edad dorada de Auria, fue tallando el oficio y las anécdotas el hombre que puso "cristos milagreiros" en manos de obispos y políticos. El mismo que expuso su obra en todos los rincones del mundo, ese globo que recorrió tanto. "Y a pie. Hoy todos viajan, pero por Internet", apostilla. Todo empezó con las cajas de puros que veía hacer a los enfermos con los que compartió el sanatorio de Piñor a los 13 años.

¿Es cierto que quería ser poeta?

Sí, pero soy escultor poeta. Cualquier día seguramente escriba. Tengo un proyecto con Luis Tosar con unos dibujos míos.

¿Para cuándo?

Estamos trabajando. Ahora también se van a trasladar dos piezas mías muy importantes a otro lugar donde estarán más protegidas. Quiero retirar todas mis esculturas de la calle porque la Xunta las declara como "mobiliario urbano". Yo no quiero que mi escultura sea una silla o una mesa. Quiero que todo el "mobiliario urbano" de Ourense, incluido el mío, se mande al monte, a Montealegre o al lado del Miño.

Es curioso, cuando siempre apostó por el arte en la calle.

Muchos artistas se van a enfadar conmigo, porque lo que quieren ahora es salir, que les vean. Las esculturas tienen su lugar. Una escultura no puede estar en una esquina, todo el mundo las maldice, les pone motes. ¿Qué coño es eso? 

Tampoco tiene taller.

Nunca. Mi taller soy yo. Soy atípico, quiero vivir la vida. No sudo trabajando. Le tengo tanto respeto a la escultura que cuando trabajo me visto de domingo, de traje con corbata. No entiendo a los artistas que van de geniales, sibaritas y sensibles, cuando en su estudio son verdaderas cuadras.

¿Qué critica de las vanguardias?

El arte es la pintura, la escultura, el dibujo o el grabado. ¡Es que yo fui vanguardia en los 60! Pero no es la de ahora. Por eso yo he dimitido de artista. Soy escultor-poeta. El arte tiene que parar a la gente, quitarles una sonrisa o dialogar. No creo en los proyectos, por eso no hago bocetos.

¿Qué necesita para inspirarse? Usted ha viajado mucho.

Ahora también viajo, pero de otra forma (señala la cabeza). Una vez, el escultor Jorge de Oteiza estaba con una pieza mía en la mano y me dijo que le hacía viajar con ella. Es el mejor elogio que he recibido

¿Hay alguna pieza que lamente no haber recibido elogios?

Hay piezas que pasan desapercibidas durante años, hasta que chocan con alguien. Cada obra tiene una persona a la que encontrar.

¿Cómo recuerda, desde dentro, la etapa en la que llamaban a Ourense “la Atenas gallega"?

Ourense era una maravilla porque te encontrabas con todos los personajes por la calle. Don Vicente, Don Ramón, Blanco Amor, Virxilio, Quessada, Casares... Te sentabas a hablar de cosas normales.

¿Hoy con quién se encuentra?

Hoy no te encuentras.

¿Ve irrecuperable, aunque sea una pizca, aquella edad dorada?

Hoy Ourense está muy cultural. Hay muchos actos pero no ves a nadie en ellos.

¿Y artistas? ¿Los ve?

Hay mucho poeta, pintores y escultores. Artistas hay muchos, pero no están aglutinados. 

Hizo cristos desde sus inicios. ¿Todos son “milagreiros"?

Sí, hay políticos que ganaron elecciones que tenían un cristo mío. Incluso políticos de izquierdas los llevan. Los tengo en restaurantes, casas, iglesias... Temiño prohibió unos en Os Peares y Santa Teresita, y otro que hice con Buciños en Vilar de Barrio. Como éramos de izquierdas, no dábamos devoción.

¿Cómo recibe las prohibiciones?

No te enfadas. Porque es cosa de la persona. El señor Osoro me dijo que cuando vio mi cristo en las Nieves le dio una devoción que no se la daba ni Cristo. (se ríe).

¿Y el “escultoricidio"? ¿Ha visto cómo dejan morir sus obras?

Pasó con dos piezas al aire libre que cayeron por el temporal. Esas piezas irán ahora a otro lugar para que sean restauradas. Hay un Cristo que estuvo siete años en la fachada de la Catedral y eso sí que me sigue molestando porque está ahora en un almacén. Ese es el Cristo más milagreiro de todos.

Tiene piezas por todo el mundo.

Sí, por Europa y América hay mucha obra mía. Un americano compró una pieza mía y se la llevó, en brazos y sin embalar, en un avión a Suiza. Era una pieza ibicenca.

¿Ibiza fue su mejor etapa?

De las mejores. Tengo que volver.

¿Cómo es ese momento en el que empieza a trabajar una pieza?

No lo sé. Me sale así. Una vez, Joaquim Gomis (presidente de la Fundación Miró de 1972 a 1975), me compró una pieza y toda la gente iba a la sala a ver la obra que había comprado Miró, no la obra de Acisclo. Otro día, me invitó a su casa a ver una peana. En el salón había un mural de Miró, un Tàpies figurativo, una ánfora precolombina y mi pieza. Todos allí. Me preguntó: "¿Qué le parece?" ¡Le pregunté que cuánto le debía! Por estar en ese sitio.

Aunque un artista quiera vender su obra, ¿no le cuesta desprenderse de ella?

Es curioso, pero no. Van a su sitio. El otro día fui a un museo y había una pieza mía de la que no me acordaba. La vendí por un euro. Las piezas están conmigo, están dentro. Hoy en día hay que tener mucho valor para querer ser artista. Muchos creen que van a salvar el mundo, pero no salvas el mundo. Te salvas a ti mismo. 

Cuando cumpla 80, tiene una idea.

Sí, una exposición. En esta vida todo son bocetos para poder hacer una pieza única, aunque sea del tamaño de una nuez. Será la cumbre antes de morirme.

¿Se siente reconocido aquí?

Sí. Tengo muchos amigos. Los enemigos, los que heredé de Xaime Quessada. Me los dejó de herencia.

¿Por qué?

Para joderme (se ríe). Para salvarlo a él. Antes de morirse tenía muchas cosas que hacer con él, ahora solo me quedan a mí.

¿Y el resto de “artistiñas"? ¿Qué le dejan de herencia?

Aprendes de todos, y sigo aprendiendo. Ourense siempre fue una ciudad de escultores. Ahora hay miles, es bueno. No los desprecio. n

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