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Va de Barrios
La falta de seguridad crispa a los vecinos de O Pino, un barrio que abarca varios núcleos urbanos y rurales en la ciudad y en el que residen más de 1300 personas. En “Va de Barrios” recorremos, en primer lugar, la zona norte: es la parte más rural, por encima del solar de la antigua estación de autobuses. La asociación vecinal Santa Ana do Pino engloba las necesidades de estos vecinos. Empezamos la ruta, acompañados por su presidenta, María del Carmen Montero, y por varios residentes, junto a la única zona verde de la que disponen los más pequeños. “Pedimos ao Concello que a arranxaran. Invertiron 12.000 euros, pero nós non pedimos que cortasen os arbustos, senón máis seguridade e mellor acondicionamento. Quedamos totalmente desasistidos porque é unha zona conflitiva, conflúen os que van ao mercado da droga e os que se adican a trapichear”, asegura la presidenta sobre esta zona al final de la rúa Eulogio Gómez Franqueira.
Los vecinos se quejan de la delincuencia. Más adelante, en un parque infantil semiabandonado, son visibles los hurtos de cobre. Faltan rejillas, alcantarillas, puertas en contadores y cobre en las farolas. En la Vía Vella, más adelante, se comprueban otras consecuencias: “Hai puntos limpos improvisados na vía porque de camiño á chatarrería, desfánse das partes plásticas e déixanas tiradas, para vender ao día seguinte o resto. Estamos fartos”, lamentan.
Seguimos la ruta por el margen derecho junto a la N-120. La huella del jabalí es más que visible en el entorno rural de O Pino. “Como en Covadonga lles desfixeron as camas, veñen para abaixo”, se quejan. En este punto también critican la falta de canalización que genera un caos cada vez que llueve. Los sumideros taponados y los fallos de iluminación cuando hay lluvia son un problema. En una de las últimas inundaciones, el barrio quedó totalmente aislado por la carretera, anegada por el agua.
Otro de los problemas de la cercanía con la N-120 es la seguridad. Los vecinos se quejan de que el tráfico pasa a gran velocidad. “É unha zona de moito tránsito, xa pedimos hai meses que se aumentara o tempo do semáforo, porque hai moita xente maior e invidentes. Pero nada”, señalan los vecinos.
Hacia las calles de arriba, en el conocido como barrio de la Chapa, continúan las demandas. “Non existe ningunha boca de rego para que pasen os bombeiros ata o fondo do vertedoiro”, se queja la presidenta de la asociación vecinal. En la rúa Santa Ana no hay ninguna y, además, es una calle llena de baches. También abundan los socavones en la rúa Antonio Palacios que, además, tiene alcantarillas taponadas.
El sendero de las “fochancas” continúa por la rúa Licenciado Molina, con el firme destrozado.
Seguimos por la rúa do Paraíso, que en nada se parece a su nombre. Está al pie del vertedero y los regatos, sin canalizar, provocan inundaciones cuando llueve. Es una vía de entrada al barrio de Covadonga y, a pesar de que hay señales de prohibido el paso, los vehículos acceden igual. “Algúns quedan entalados entre as casas”, aseguran los vecinos.
El problema de los sumideros es aún más visible en la rúa Travesa da Vía Vella: en esta misma calle es donde se acumulan los restos de la chatarra que no sirven a los ladrones de cobre. “O alcalde fardou de obras nos sumidoiros e non tragan cando chove”, dice María del Carmen Montero. Lo que más sobresale es la basura tirada en la calle: “Os cascallos que non poden vender déixannos a un lado do camiño”.
A los jabalíes se suman las ratas en algunas de estas calles del rural de O Pino, que demandan más iluminación y mejores servicios contra la falta de seguridad.
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