Víctimas del Alvia: "No hay una sola familia que, casi 10 años después, viva sin pastillas"

El ourensano Javier Cabido Quintas acudió con un plasma en la pechera “para que se sepa la verdad”.(OSCAR PINAL)
photo_camera El ourensano Javier Cabido Quintas acudió con un plasma en la pechera “para que se sepa la verdad”.(OSCAR PINAL)
Los perjudicados del Alvia hablaron a bocajarro. “¿Cómo estamos, pues muy jodidos”, aseguraba un padre ourensano con el luto por dentro y el rictus contraído por la rabia.

Javier Cabido Quintas y Marian Prado Rodríguez  abandonaron a las 06.15 horas su lugar de residencia, a 128 kilómetros de la sala de vistas que acoge el juicio del Alvia. Para ellos, era importante estar y ver a los inculpados. Su hija Celtia murió en ese accidente.  El padre de la joven  aguantó la jornada con un plasma colgado en la pechera pero, muy pesimista, expresó sus dudas sobre que realmente se vaya a hacer justicia una década después: “Solo queremos que se sepa la verdad, pero, sobre todo, que no vuelva a ocurrir algo así”, lamentó.

Se siente dolido sobre con la forma en la que han tratado a las víctimas. “No quieren reconocer que hubo errores y con ello están abriendo la puerta a que esto se repita”, sostiene. El padre de Celtia Uxía no ahorra críticas contra los dos principales partidos que han gobernado el país estos últimos años. “Se tapan unos a otros, no quieren investigar porque los dos tienen mucho que esconder. No sólo no han desaparecido de la vida pública, sino que los han ascendido”, explicó sobre los “responsables políticos” del accidente. Se siente especialmente dolido con la entonces ministra, Ana Pastor, porque “cada vez que nos veía se echaba a llorar y ahora sabemos que era la que más presionaba a Europa para que no se investigara”. Lo mismo para José Blanco y Celso Delgado. En el caso del diputado ourensano, recuerda que aún no había enterrado a su hija y le prometió hacer todo lo posible por aclarar las circunstancias. “No ha hecho nada, no se lo puedo perdonar”.  En la clase política hace una excepción con Ana Miranda por la atención prestada y porque llevó el tema a Bruselas. También con muchos de los concellos de la provincia que se han volcado con ellos. 

En las puertas del CINC también estaba un tío de Carolina Besada, la víctima mortal ourensana más joven (18 años).  Admitió que no hay “una sola familia que, casi 10 años después, viva sin pastillas”.

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