"Tener dificultades afectivas, problemas para gestionar la ansiedad o conductas adictivas llevan a dormir mal", explica Marta Galindo, neuropsicóloga de la Clínica López Ibor, quien también precisa que el hecho de no descansar bien hace que la persona, sin un diagnóstico de salud metal, pueda ser más vulnerable a la hora de regular sus emociones.
Según una encuesta de la Sociedad Española de Neurología, tres de cada diez españoles se despiertan sintiendo que no han tenido un sueño reparador o terminan el día muy cansados y, aunque más del 10 % de la población duerme mal, menos de un tercio de los afectados busca ayuda profesional para remediarlo.
Entre los trastornos, el más común es el insomnio que se define como la carencia de tiempo de sueño, aunque también se aplica a los que duermen el tiempo adecuado pero con un sueño de mala calidad que les genera mucho cansancio durante el día.
La neuropsicóloga detalla que se habla de insomnio cuando hay dificultades para conciliar el sueño, la persona se despierta en medio de la noche interrumpiendo el ciclo del sueño o cuando se espabila muy pronto y no puede volver a quedarse dormida.
Cuando el insomnio es crónico, los expertos desaconsejan la automedicación o la adopción de medidas sin el consejo de los expertos, ya que advierten de que solo funcionan a corto plazo, mientras que a medio empeoran la situación y a largo hacen que el problema cada vez sea más difícil de solucionar.
Por ello, instan a quienes tengan problemas para descansar a pedir ayuda psicológica como complemento de la pauta farmacológica para lograr combatir el miedo a no dormir, y aprender a controlar las emociones y los pensamientos previos al sueño.
