La imagen que ofreció ayer el río Sil, a su paso por la villa barquense, despertó la curiosidad, y en algún caso preocupación, de un buen número de vecinos, siendo muchos los que se detuvieron a contemplarlo. El color marrón producido por la turbidez del agua era atribuido a los arrastres de las tormentas que descargaron aguas arriba.
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