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Problemas del sueño: Sonambulismo y terrores nocturnos

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Las parasomnias son los trastornos del sueño más comunes que se presentan en niños. Son conductas y comportamientos extraños que alteran la calidad del sueño. La mayor parte son benignas y suelen desaparecer de forma espontánea.

El ciclo normal del sueño se compone de etapas que se desarrollan desde la somnolencia leve hasta el sueño profundo. Los distintos ciclos del sueño se dividen entre no MOR (desincronizado) y MOR. El sonambulismo se da con mayor frecuencia durante el primer ciclo y en las primeras horas de sueño.

Los problemas del sueño se clasifican según la fase de sueño en la que aparecen. Unos aparecen en la transición del sueño a la vigilia (del despertar) o de la vigilia al sueño; otros son típicos del sueño lento, y otros de la fase REM.

Las más habituales son: sonambulismo, terrores nocturnos, pesadillas y despertar confuso.

¿Qué es el sonambulismo?

Es un trastorno frecuente en la infancia y suele desaparecer con la edad. Generalmente se supera antes de los diez años. Puede ser hereditario. La persona sonámbula parece estar despierta, pero su estado de conciencia y neurofisiológico está dormido. Por tanto, reaccionan ante cualquier estímulo: responden si les hablan, comen, andan, etc. Pero se comportan de manera automática y no siempre recuerdan lo ocurrido. Sin embargo, es frecuente que no se despierten cuando alguien lo intenta.

Se produce temprano por la noche, entre una y dos horas después de quedarse dormido, durante las fases del sueño profundo. Los pacientes se encuentran profundamente dormidos y es difícil despertarles del sueño.

La duración del episodio de sonambulismo puede ser breve o puede durar hasta más de 30 minutos. Si no se perturba al niño con sonambulismo, se puede volver a dormir con total normalidad, aunque puede que lo haga en un sitio diferente o inusual.

Los síntomas más comunes del sonambulismo son:

  • Caminar durante el sueño y mirar alrededor de una forma confusa.
  • Los ojos suelen permanecer abiertos y con sensación de asombro o bien una mirada perdida, con ojos vidriosos.
  • No responder a las preguntas. Hablar dormido y decir cosas sin sentido.
  • Realizar actividades durante el sueño. Confusión y desorientación al despertar.
  • No recordar lo sucedido por la mañana.

No indica ningún problema grave ni requiere tratamiento. Solamente se debe evitar que ocurran accidentes fortuitos. Muchos de los factores que pueden contribuir al sonambulismo son las interrupciones en el horario para dormir, viajes, cansancio, estrés... El 70% tienen familiares que han presentado algún trastorno del sueño a lo largo de su vida.

¿Qué son los terrores nocturnos?

Se caracteriza por la aparición de episodios repentinos de terror que aparecen de forma súbita durante las fases de sueño profundo.

Afectan a los niños durante la primera mitad de la noche (fases 3 y 4 del sueño no REM), en la fase profunda del sueño, cuando no hay tono muscular. Suelen durar de 5 a 15 minutos y finalizan de forma espontánea, sin despertar al niño.

Durante los episodios de terror nocturno, el niño realmente está dormido, es habitual que se siente bruscamente en la cama y comience a gritar, balbucear o llorar con una expresión facial de terror. Mantiene los ojos abiertos y la mirada fija, sin estar realmente despierto. El niño no ve ni oye lo que está ocurriendo, ya que, en realidad, permanece dormido y no se despierta, aunque le llamen.

También pueden presentan signos de ansiedad: taquicardia, hiperventilación, sudoración, etc. El niño no responde a estímulos externos, ni recuerda lo sucedido. Después de la crisis, el niño se duerme plácidamente, como si nada hubiera ocurrido. Son más frecuentes entre los niños de 1 a 8 años.

Los terrores nocturnos asustan más a los adultos que a los niños, los cuales no son conscientes ni siquiera de haberlos tenido. De un niño a otro existen notables diferencias, tanto en intensidad de las manifestaciones como en su duración. Algunos niños tienen terrores nocturnos ocasionalmente, mientras que otros alternan períodos de noches tranquilas y períodos en los que estos episodios se producen con más frecuencia.

¿Por qué ocurren los terrores nocturnos?

La causa de los terrores nocturnos no está clara.

  • Factores como tensión emocional por sucesos traumáticos recientes (hospitalizaciones, separación de los padres, muerte de un ser querido, etc.), ansiedad, cansancio, horarios irregulares de sueño, fiebre o toma de algunos medicamentos, parecen incrementar su aparición.
  • Factores externos o ambientales como el estrés. Los sueños desagradables son más frecuentes cuando el niño está angustiado o preocupado por algo.
  • Al irse a dormir agitado aumenta la probabilidad de que se produzca un episodio.
  • A diferencia de lo que sucede en las pesadillas, los factores hereditarios parecen tener un papel causal en la presentación de terrores nocturnos. Alrededor del 80% de los niños que los padecen tienen familiares que también han presentado estas alteraciones del sueño. Esta base genética es compartida con el sonambulismo.

Cesan por lo general con el tiempo, sin necesidad de ningún tratamiento específico.

¿Qué pueden hacer los padres?

El cualquiera de las dos situaciones, no se debe despertar al niño, si bien es conveniente estar junto a él para controlar que no se haga daño y esperar a que pase. Pero es mejor no interactuar con él, ya que se puede provocar el efecto contrario al deseado y hacer que el niño se muestre más agitado.

No es recomendable comentar al día siguiente el episodio, ya que podríamos preocuparle y provocar resistencias a la hora de irse a dormir.

Los terrores del sueño son comunes en niños en edad escolar y la mayoría de las veces desaparecen cuando el niño crece.

Si presentase episodios frecuentes, el niño está cansado o somnoliento durante el día o si se alteraran los hábitos de toda la familia, se debe valorar la búsqueda de apoyo profesional.

El sonambulismo y los terrores nocturnos tienen el mismo origen. Los dos son trastornos del sueño que tienen lugar en las fases 3 y 4 del sueño. Sin embargo, la diferencia está en que, mientras que el sonambulismo es la forma más leve del trastorno, los terrores son la más grave.

Tanto el sonambulismo como los terrores nocturnos desaparecen de forma espontánea.

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