El COB juega este viernes en una de las pistas que peor recuerdo le trae. En el Centro de Tecnificación se esfumó el sueño de un ascenso a la Liga ACB que se daba por hecho durante buena parte de la temporada. Un desenlace que supuso el inicio de una caída lenta pero imparable del club durante las siguientes siete temporadas hasta coquetear incluso con el descenso a LEB Bronce.
Desde aquella noche, que terminó con Pablo Prigioni sentado en el aro, el COB mantiene el mérito de la supervivencia y de la constancia para poder conseguir en algún momento lo que ya ha ganado en la pista. Mientras, en Alicante tocaron el cielo sintiéndose grandes incluso en la ACB, pero lo pagaron con una desaparición que ahora se queda en nada.
Pedro Rivero es el líder deportivo y espiritual de un Lucentum que está de nuevo a las puertas de la élite. Cuatro años en la LEB Plata, una bofetada tremenda en un quinto partido de play off en casa y finalmente un ascenso. Con Guillermo Rejón como ideólogo y Rivero a los mandos.
El impulso del trabajo bien hecho sigue dando réditos incluso con el salto de nivel de la categoría. Un proyecto austero, pero reconocible. Un Alicante que gana porque juega bien al baloncesto. Que pierde porque le faltan detalles de calidad, físico o continuidad que solo se consiguen a base de talonario.
Al Alicante de Pedro Rivero merece la pena verlo. Capaz de no salirse de la partitura incluso cuando el rival domina con facilidad el marcador. Que tiene claro en quién tiene que recaer el balón cuando los ataques son decisivos y que tiene jugadores que garantizan el criterio. También anotadores secundarios para mantenerse en partido y referencias interiores para equilibrar el juego.
Pedro Llompart imparte sus últimas lecciones a las órdenes de otro maestro en el puesto de base. Con menos piernas, pero con la lucidez de siempre. Valor seguro.
Patrick Onwenu y Ortega suman sin reclamar protagonismo y el tirador Devin Schmidt imita los números y los porcentajes de LEB Plata. Galán todavía los mejora, como se espera de un pívot en progresión y subcampeón de Europa sub-20.
La diferencia la marcan Justin Pitts y Bamba Fall. El senegalés asustó a la liga en las dos primeras jornadas y el norteamericano en las cuatro. Un pívot que abusa cerca del aro con sus 2,15 y un anotador compulsivo que juega de base solo porque mide casi medio metro menos.
Un rival que gana por K.O. o pierde sobre la bocina. Un novato al que el COB conoce de sobra. También ese pabellón, aunque ahora se llame Pedro Ferrándiz.
