"SOMOS DE OLEIROS"
Aceites Abril homenajea al alfarero de Niñodaguia
Fiesta patronal
Las fiestas patronales de las aldeas del rural son uno de los momentos más esperados del año, tanto por los vecinos que residen allí habitualmente como para los retornados en época estival. En algunas aldeas, la fiesta se resume en una pequeña reunión después de la procesión y la misa, mientras que en otras, se tira la casa por la ventana.
San Paio de Abades, en el concello de Baltar, es una aldea que tiene apenas 50 vecinos durante todo el año, pero por la cabezonería, tesón y esfuerzo titánico de los vecinos, y especialmente de la comisión de fiestas, han organizado una fiesta de la que sentirse “orgullosos”, tal como decían los vecinos ese día.
Todo empezó hace casi un año, en una reunión de los cuatro amigos que se iban a encargar de las fiestas el próximo año: Andrés, José Antonio Salinas, José Antonio Feijóo y Marcos, en la que surgió la idea de “por que o noso pobo non pode ter unhos festexos grandes?”.
Por eso, se plantearon hacer algo que arrastrase a la gente. “Polo que decidimos que musicalmente tíñamos que aspirar ó mellor e contratar os mellores grupos e orquestras disponibles”. Su primera opción para el 25 de agosto, el Día de San Ginés, era la orquesta Panorama, pero a pesar de intentar contratarla ocho meses antes, ya estaba ocupada, por lo que decidieron asegurarla para el día 26, cuando la fiesta juntó a más de 3.000 personas.
Además, complementaron la programación con grupos de primer nivel, como la orquesta Magos o el grupo Los Támega, que sumados a dos discomóviles, ofrecieron un sinfín de horas de verbena.
“Para pagar unha festa así, plantexábasenos unha cantidade de cartos desorbitada”, explicó José Antonio Feijóo. En la aldea de 50 casas, la recaudación vecinal oscila los 5.000 euros, y la fiesta que se celebró requería un presupuesto de 40.000 euros.
El esfuerzo de estos cuatro organizadores empezó de inmediato, con la venta de la Lotería de Navidad. Séneca dijo que “la suerte es donde confluyen la preparación y la oportunidad”, y parece que esta vez así fue, ya que la fortuna les sonrió con un pequeño reintegro, acortando la cantidad necesaria para su meta.
El siguiente paso fue la venta de rifas, costumbre en las fiestas de pueblo. Otros años se vendieron cerca de 1.000 rifas, pero este año se pusieron una meta mucho más ambiciosa, acorde al proyecto: vender 5.000 rifas. “Ca colaboración de 50 incodicionais, ós que non poderemos pagarlles nunca. Vendendo, e cun grupo no que nos motivábamos, conseguimos chegr a esas 5.000 rifas e 4.000 máis”, explicó José Antonio.
Estas 9.000 rifas costaban un euro, y ofrecían la posibilidad de ganar una bicicleta, un televisor de 40” o un fin de semana en un balneario. Estos suculentos premios fueron un regalo de los patrocinadores de la fiesta, al igual que las 350 camisetas que vendieron (“vaia o noso eterno agradecemento por diante”).
Además, otras muchas “casas comerciais quixeron aportar a festa, e máis da metade non quixeron nin aparecer no cartel, e así e todo no cartel non collía máis publicidade”. “Esto é fruto de moita dedicación e esforzo, de moitas horas”, explicó José Antonio, quien destacó en reiteradas ocasiones el arduo e impagable trabajo de todos los colaboradores de la fiesta, que recibirán una camiseta de recuerdo como agradecimiento.
Pero la recaudación de fondos no fue la única dificultad para lograr esta meta, ya que el espacio del que disponía el pueblo para hospedar a las orquestas no era suficiente, por lo que tuvieron que solicitar un corte de carretera e incluso ocupar fincas aledañas.
La tradición fue un punto destacado durante la celebración, no solo por la multitudinaria procesión hasta la capilla de San Ginés y la posterior misa del lunes, sino también durante la competición de juegos populares, en el que se jugó al vinto y a la “chave”, entre otros. Junto a las sesiones vermú, a cargo de Los Támega y la Escola de Música Tradicional de Baltar, torneos de fútbol y actividades infantiles, San Paio vivió dos días de auténtico frenesí.
Así, el esfuerzo de un pueblo deja claro que con mucho trabajo y dedicación se puede recuperar, aunque sea de forma efímera, el espíritu de convivencia que un día abundó en el rural.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
"SOMOS DE OLEIROS"
Aceites Abril homenajea al alfarero de Niñodaguia
Fiesta patronal
“Podedes estar orgullosos”
Asociación Os Mixtos
Meaus exalta a amizade de España, Portugal e Senegal
MOVILIZADO EL HELICÓPTERO
Trasladada al CHUO una vecina de Baltar tras caer dentro de un lavadero
Lo último
GRAVEDAD DE LAS LESIONES
Muere la mujer apuñalada en A Coruña por su compañero de piso, que también provocó un incendio