La Región
Tiranías
Querida Hermana Leiro: muchos podrían escribir de ti mejor que un servidor. Mi pluma es de baja calidad, pero llena de gratitud y cariño, desde la Casa Sacerdotal de Ourense.
Cuando se celebraba precisamente el "Día de la mujer trabajadora" ninguno de nosotros te felicitamos. Ni era tu estilo ni el nuestro. Pero ese lunes 7 de marzo, al pie del cañón caíste fulminada por un derrame cerebral. Largos días de espera, nuestras oraciones eran constantes por ti hasta que el Señor te llamo el día 16. Con la liturgia católica te decimos: "Que salgan a tu encuentro santos de Dios. Que los ángeles del Señor te lleven a su presencia, que te reciban en la Jerusalén celestial". Y así fue, nos dejaste con la misma sencillez con la que nos habías servido por más largos 30 años.La Casa Sacerdotal de Ourense era tu casa.
Nosotros que estamos instalados, o mejor, empantanados en la era de las neutralizaciones, se nos ha pasado desapercibido. A una opinión pública, le sucede una masa inerte, destrozada y atomizada, que se defiende de los medios con el ejercicio de la apatía; atribuye significados aberrantes a los mensajes que le llegan, y se agrupa transitoriamente conforme a modelos carentes de toda coherencia intelectual. Nuestra propia historia transcurre casi inerte aplastada por la diarrea de pequeños cuentos y tontas anécdotas a las que suelo denominar como "una sociedad del espectáculo".
Tu vida ha sido lo contrario. Después de un largo tiempo ejerciendo la docencia has llegado con un grupo de Hermanas de tu congregación a "servir" en esta casa casa sacerdotal, tan peculiar por su censo habitacional, como por las características del mimos.
Hace casi 17 años llegaba yo del Trópico con pocas esperanzas de vida. Llegué a esta Casa Sacerdotal como a mi "refugio terapéutico", siendo desconocido para la inmensa mayoría de sacerdotes y religiosas. Estaba Sor Ángeles de Linaje y Santolalla, su hermana de sangre y religión, Sor María Jesús, estuvieron mas de la misma Congregación, pero se fueron yendo... poco a poco solo quedaste tú a bregar con nostoros. Tus superioras te pedían que nos dejaras, pues 85 años son más que suficientes para dedicarte al reposo, a la oración distendida, a la convivencia con tus hermanas; pero no. No has querido y así te mantuviste hasta el final de tus días.
De nuestra Casa Sacerdotal "San Juan de Ávila" solo puede salir una palabra: Gracias de corazón.
No digamos el esmero que ponías en nuestras pequeñas fiestas de Navidad o en el santo de alguno de nosotros, todo lo dejaba el querido P. Evaristo Rúa en tu manos. El P. Evaristo es el director de la casa, y quien más te echará en falta, pero todos nosotros, con ánimo agradecido te encomendamos a la Misericordia ya que estás en el Misterio de Dios.
Nosotros hijos de esta sociedad de violencia catódica quizá estamos ya inmunizados contra el sufrimiento de los demás. Las noticias que nos llegan, si bien nos consternan en un momento, enseguida pasan y nos dejan como fantasmas que están radicalmente desujetivados, y sí, el fantasma sirve como pantalla que nos protege del peso insoportable de lo real.
Descansa en Paz querida Hermana Josefa Leiro, vivirás siempre en los muros de esta levítica Casa Sacerdotal y en cada uno de nosotros habrá una palabra de gratitud hacia ti. Misión cumplida a plenitud en una mujer diminuta por el paso del tiempo pero de un carácter totalmente entregado a los sacerdotes de esta Diócesis. Gracias por existir a nuestro lado y descansa en paz.
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