La Región
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Las series y películas de miedo, terror y violencia parecen ser hoy las más vistas en las plataformas digitales, sustitutas de los antiguos cines. El morbo, al parecer, ejerce un gran atractivo sobre las personas y deja, sin duda, una huella en su memoria. Sin embargo, en la vida real muchos de esos dramas apenas suceden, y cuando lo hacen, suele ser de forma puntual.
Lo que sí provocan estos contenidos es recelo hacia el desconocido, llevando a desconfiar de su honestidad incluso cuando solo intenta algo tan sencillo como entablar un buen diálogo. Cada vez resulta más difícil encontrar buenos conversadores que escuchen a sus interlocutores y se interesen por las opiniones, experiencias y conocimientos que todas las personas, en mayor o menor medida, tenemos.
No se trata de ser un “influencer”. Se trata de algo tan sencillo como mantener vivas las relaciones sociales, algo que, al paso que vamos, corre peligro de desaparecer, ya sea por la tecnología, por la polarización política o, simplemente, por desentendernos del prójimo, refugiados en ese aparatito denominado móvil, que parece ofrecer todos los elementos necesarios para generar bienestar.
Craso error confiar en exceso en unos recursos tecnológicos que han venido para ayudarnos, pero nunca para sustituirnos. Tal vez deberían producirse más series y películas que nos hablen de cómo relacionarnos entre las personas, y que muestren un uso más equilibrado del móvil en nuestra vida cotidiana. ¿Acaso es esto una utopía?
Pedro Marín Usón (Zaragoza)
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