La adopción en Ourense: solo el 12% son internacionales

Los procesos de adopción están tradicionalmente asociados con trámites de larga duración que resultan tediosos para las familias, pero especialmente para los niños que se encuentran a las puertas de encontrar un nuevo hogar.

En los últimos cinco años con datos registrados, entre 2019 y 2023, en Galicia se produjeron 189 adopciones nacionales, de las cuales 36 fueron en la provincia de Ourense. Durante estos mismos años, en Galicia se llevaron a cabo 88 adopciones internacionales, y 5 de ellas en la provincia de Ourense.

Desde la Consellería de Política Social e Igualdad, afirman que en Galicia no hay niños en espera para ser adoptados, salvo situaciones excepcionales. Actualmente, el número de familias que se ofrece para adoptar es superior al de niños o adolescentes susceptibles de ser adoptados.

El tiempo de espera de las adopciones no existe un tiempo promedio, ya que influyen numerosos factores como el ofrecimiento que hace la familia o el país de adopción, entre otros. En Galicia, la asociación referente en este ámbito es Manaia, con sede en Pontevedra.

Punto de encuentro

Esta asociación gallega, de adopción y acogida, tiene como objetivo ser un punto de encuentro e información sobre este proceso. En esta asociación tienen cabida las familias que se ofrecen para adoptar, las que ya han vivido este proceso y toda aquella persona que tenga cierta sensibilidad a la adopción y la acogida.

Ahora mismo, la asociación está formada por 126 familias adoptivas y acogedoras. Esta asociación nació en 2006, y desde 2017 forma parte de un programa con la Xunta de Galicia. Antón Mouriz, coordinador de Manaia, asegura que es una “asociación que trabaja con el foco central en los niños y niñas. Las claves de Manaia son la información veraz, la formación de calidad y servir de lugar de encuentro”.

Tamara es madre adoptiva de Lucía, una niña de 11 años. Empezó el proceso de adopción en el año 2018. Tamara tenía claro que quería una familia por adopción. “Era consciente de que hay un montón de niños que necesitaban una familia y yo lo era para el niño que me necesitara”.

Al poco de comenzar el proceso, conoció a la asociación Manaia y empezó a formar parte de la asociación. Durante este proceso esta madre adoptiva fue cambiando las ideas que tenía en un principio, como el rango de edad del que sería su hijo, o su procedencia, si nacional o internacional.

“Las adopciones deberían responder a las necesidades de los niños que precisan una familia que los acoja y los cuide. El derecho es del niño de vivir en familia, no hay ninguna ley que diga que las familias tenemos derecho a tener un hijo.

Esta madre adoptiva, inicialmente mostró interés por los bebés, pero, a lo largo del proceso, cambió los rangos de edades. “A veces nos olvidamos, pero los adolescentes también necesitan una familia”, destaca Tamara.