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En el monte no se ve a la persona que planta fuego para hacer daño, asegura la Guardia Civil
Desde el helicóptero que utiliza la Guardia Civil para vigilar los montes no se avistaba a las diez de la mañana del jueves, día 15, ni rastro de los 22 incendios registrados el día anterior en la provincia. El cielo era azul y si quedaba algún resto de humo se confundía con la niebla que cubría las riberas de los ríos Limia, Arnoia y Miño.
A esa hora, varias patrullas del Servicio de Protección a la Naturaleza de Guardia Civil (Seprona) se disponían a relevar en el servicio de vigilancia a sus compañeros. Este periódico los acompañó por el monte para intentar desgranar las causas de los incendios. En el monte, nunca se ve a la persona que planta fuego para hacer daño, afirma uno de los agentes.
Sobre las once de la mañana, una columna de humo se levanta entre un pinar entre A Merca y Celanova. Allí se dirige el helicóptero y los agentes comprueban que es una quema de rastrojos que no está siendo controlada. Desde el propio helicóptero se alerta de la situación a los agentes que se desplazan en motos y en coches todoterreno para que eviten que el fuego acabe en un incendio.
Buscar pruebas
Los guardias controlan las llamas al tiempo que buscan pruebas para identificar al autor. La mayoría de los incendios de los últimos meses fueron provocados por quemas para la regeneración de pastos, por problemas de caza o rivalidades entre comuneros, comenta el jefe de servicio, Eulogio Dopazo.
Los agentes conocen el monte como la palma de la mano y las rivalidades entre los comuneros. El monte de O Covelo, en Viana, está ardiendo por problemas entre cotos y licencias de caza, apuntan, recordando que hasta hay quien plata fuego por aburrimiento, para entretenerse viendo a los aviones y a las brigadas sofocando las llamas.
En el horizonte, no se divisan más columnas de humo. El helicóptero regresa a la base antiin cendios de Toén para repostar combustible. El aparato tiene autonomía para dos horas de vuelo, comentaba un agente.
El piloto está en constante comunicación con las patrullas de tierra para alertarlas de cualquier conato de incendio, que aparece en los alrededores de la localidad de Moreiras (Toén), donde un industrial, que fue denunciado, plantó fuego a bidones que contenían pintura y disolventes. Para ello abrió una pequeña zanja entre la nave industrial y una finca de robles. El afectado aseguró a los agentes que tenía autorización pero, según la Guardia Civil, no disponía de permiso. Además, en estos momentos las quemas están prohibidas, le recalcaba un guardia.
Los agentes localizaron otra columna de humo en Puxeiros (Viana). En este caso, el afectado tenía autorización y había tomado medidas de precaución. A su lado incluso tenía batelumes (pala de goma con mago de madera) para sofocar las llamas en caso de que se le fueran de las manos. Aún así, los agentes lo identificaron.
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