“En un campo de refugiados no se vive, se sobrevive”

REPORTAJE

Una veintena de niños del Sáhara Occidental han llegado a la provincia. Aquí vivirán un mes de nuevas experiencias, como hace 15 años lo hizo el hoy coordinador de la iniciativa, Hemdam Larosi.

Publicado: 28 jul 2022 - 05:50 Actualizado: 28 jul 2022 - 07:07

O programa de acollida de nenos saharauís regresa a Ourense

Una veintena de niños procedentes del Sáhara Occidental desembarcó esta semana en Ourense. Su situación es muy diferente a los niños ourensanos. Muchos proceden de campos de refugiados, donde “no se vive, se sobrevive”, dice Hemdam Larosi, uno de los coordinadores de esta iniciativa desarrollada por la asociación Solidaridade Galega co Pobo Saharaui. “Invitaría a todo el mundo a ir a uno de estos campamentos para que viesen con sus propios ojos las lamentables condiciones en las que se trata a seres humanos”, subraya.

Si Hendam dice esto es porque él conoce la situación de primera mano. “Nací en un campo de refugiados y viví en él hasta los 12 años. En ese tiempo, pasé mañanas sin desayunar, mediodías sin comer y noches sin cenar. Mi familia sigue allí a día de hoy”. Si él tuvo la oportunidad de llegar a Ourense fue por la iniciativa que ahora coordina. “Como estos niños, yo venía para dos meses y me iba, pero tuve un problema de salud y me dieron permiso para quedarme un año. Ese año, a la postre, se ha convertido en muchos más. Aproveché para formarme y a día de hoy sigo con la familia de acogida que me ayudó por primera vez hace 15 años”.

Esta es la trigésima edición del programa, la primera que se realiza tras tres años de parón por el covid. Habitualmente se quedaban dos meses, pero este año, debido a los conflictos entre Argelia, España y Marruecos, se ha tardado mucho más en conceder los permisos a los menores. “Estoy convencido de que lo hacen para contentar a Marruecos”, explica Hemdam.

A diferencia de otras iniciativas en las que el grupo se mantiene junto, aquí cada niño vive su propia experiencia con su familia de acogida. El asombro es el sentimiento más común. “Recuerdo que me mareé viendo girar la lavadora”, cuenta Hemdam entre risas. Pero no solo eso, sino que para ellos supone un cambio las carreteras y los edificios de aquí en comparación con las jaimas a las que están habituados.

Esta visita ayuda a los niños a “quitarse la venda” y a “ser conscientes de su propia realidad”. “¿Por qué yo tengo que vivir en peores condiciones?”, asegura que se preguntó al volver.

Los niños, además de la ciudad, están con familias de Xinzo, Toén, Barbadás, Castrelo de Miño o Allariz. El proceso para la acogida comienza en diciembre de cada año, cuando desde la asociación empieza a hacer un llamamiento a las familias a través de los medios. Aunque el boca a boca “es lo que mejor nos funciona, porque las familias convencen a sus amigos de que es una experiencia bestial”. Después, los interesados rellenan un cuestionario y posteriormente hacen una entrevista para ver si cumplen el perfil. “Las únicas condiciones que ponemos es que puedan mantener a los niños durante dos meses. Darles de comer y sobre todo llevarlos al médico, porque ahora es la única posibilidad que tienen de que los mire un médico”, subraya. Pero la convivencia va más allá del día a día. Los viajes son una práctica habitual y los niños “siempre quedan maravillados”.

Con todo, Hemdam hace un llamamiento a las familias ourensanas, porque la provincia es la que menos acoge de Galicia. Solo 19 de los 184 que llegaron a la comunidad están en Ourense. Por último, Hemdam subraya el “agradecimiento infinito a las familias de este año por el esfuerzo que están haciendo”, además de animar a que cada año sean más los que se sumen a esta iniciativa humanitaria.

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