Liquidación por derribo en el casco histórico de Ourense: 628 edificios ruinosos

MAL ESTADO DEL CASCO VELLO

Algunos se venden, otros se caen sin más. El casco histórico de la ciudad ourensana, cada vez más despoblado y con la mayoría de edificios y bajos vacíos, agoniza aceleradamente.

Ourense. 19/05/2023. Reportaxe do vai de barrios. Casco Vello Sul.
Foto: Xesús Fariñas
Ourense. 19/05/2023. Reportaxe do vai de barrios. Casco Vello Sul. Foto: Xesús Fariñas

El casco antiguo de Ourensees la carta de presentación para los turistas que visitan la ciudad, sin embargo, gran parte de sus edificios se encuentran en malas condiciones. De los 1.060 inmuebles que conforman la zona vieja, 67 están en ruinas, 132 se encuentran en mal estado y 429 en estado deficiente. En total, 628 de los 1.060 edificios, es decir el 60%, tiene algún tipo de deficiencia. A esto hay que sumar más de una treintena de solares en completo estado de abandono de los que la vegetación ya ha empezado a apoderarse, llegando incluso a invadir las calles en las que se encuentran.

Pasear por Cardenal Cisneros, rúa do Vilar o rúa da Liberdade, entre muchas otras zonas, transmite una imagen de dejadez, típica de un lugar sin vida. Gran parte de los edificios que están vacíos tienen en sus fachadas pintadas -fruto del vandalismo-, pero también pueden verse signos de descuido. Eso en los que todavía siguen en pie, mientras que de otros ya solo quedan las fachadas o parte de ellas. Y es que al menos una docena de estas construcciones han tenido que ser apuntaladas para evitar derrumbes que ocasionen una desgracia.

Si bien es verdad que algunos inmuebles tienen las barreras de obra instaladas a su alrededor, en ninguno se ve movimiento de trabajos de reparación. Llama también la atención, la cantidad de carteles de “se vende” que pueden encontrarse por estas calles, incluso hay un edificio -concretamente en la rúa do Vilar- que ofrece un proyecto de rehabilitación con la venta.

“Nuestro casco antiguo está abandonado y vandalizado”, lamenta Benito Iglesias, presidente de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), quien explica que “para la rehabilitación de nuestro casco antiguo urge la elaboración de una nueva cartografía, ya que, sin ella, el desarrollo de un PERI -Plan Especial de Protección y Reforma Interior- sería inviable”.

Ourense es ya la única capital gallega sin un Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM) en vigor, el último data de 1986. La consecuencia es que de este modo el PERI no puede actualizarse y, por tanto, las solicitudes de licencia para rehabilitación y obra nueva emigran a los otros municipios del área metropolitana, provocando también que la oferta de vivienda caiga en la ciudad, situándose ya en mínimos históricos.

El Concello solicitó a principios de este año la declaración del casco histórico como Área Rexurbe, con lo que esperaba obtener fondos de entre 10 y 12 millones de euros. Esta sería una buena alternativa, sin embargo, uno de los requisitos fundamentales para trabajar en la zona es que exista una Oficina de Rehabilitación, algo que no se cumple. “El ayuntamiento no ha apostado por el casco antiguo”, reconoce Benito Iglesias, que lamenta que se esté desaprovechando parte del potencial que tiene Ourense como atractivo turístico.

La población censada en la zona descendió 25 puntos en 30 años

Uno de los motivos del abandono del casco histórico es que sus vecinos se han ido marchando a vivir a otras zonas. En 1995, la población censada en el casco viejo era del 30,8% -con respecto al total de la ciudad-. En 2010, el número de residentes ya se reducía hasta el 8,8% y actualmente tan solo el 5,2% viven en la zona, es decir 25 puntos menos que hace 30 años.

Las causas de este “movimiento migratorio” son varias. La principal es el ruido, que lleva años acaparando las quejas vecinales, ya que afecta a los ritmos de vida de los que habitan en calles donde se concentra la hostelería. Otro de los factores que ha hecho que los ourensanos decidan mudarse tiene que ver con las dificultades para instalar ascensores. Muchos propietarios de inmuebles en el casco histórico son ya mayores y no pueden subir bien las escaleras, por lo que necesitan facilidades para hacerlo y en este tipo de viviendas es muy complicado instalar elevadores debido a su estructura. Finalmente, el otro punto a tener en cuenta es el propio descuido de la zona que afecta, entre otras cosas, a la red de alcantarillado, provocando malos olores.

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