Ourense, la ciudad arrinconada
Crisis municipal en Ourense
Para demostrar que esta negociación no va de nombres ni de siglas, ayer en Ourense solo se habló de nombres y de siglas. Y si lo importante es la "estabilidad" y la "xente", precisamente ese camino es en el que menos se ha avanzado.
"¿Qué es apartarse?", llegó a preguntarse la portavoz del PP Flora Moure -qué papelón- en una comparecencia que más que rueda de prensa fue un eslalon para tratar de justificar que las líneas rojas puestas a Villarino hace cinco meses se han convertido en círculos. Por lo visto, del famoso "no es no" de Sánchez hemos pasado en As Burgas al "no es no, y si luego me dices sí, tampoco -y ya luego veremos si volvemos con Jácome-". La respuesta de Caballero tampoco defraudó en la Praza Maior: tras santificar al líder vetado repitió 55 veces "PP" en 10 minutos para demostrar que lo importante es la "xente", pero en cambio no quiso responder a si aceptarían una coalición con los populares, que a lo largo de la jornada mostraron un conmovedor interés por la situación orgánica del socialismo ourensano.
Otra cosa fue intentar encontrar la rima entre todo lo que iban diciendo y la situación de la ciudad, salvo que palabras como "estabilidad", "mayoría" o "claramente" tengan acepciones diferentes a las marcadas en el diccionario. La guinda al día la puso Moure en la tertulia de Telemiño cuando afeó al líder socialista "centrar el debate en su persona" mientras le exigía como condición para negociar el cambio de gobierno que renunciase al acta en Concello y Diputación.
¿Habrá vida en Marte?
Diez urgencias que esperan a la política
Sí, en estos últimos meses han pasado muchas cosas en Ourense. Pero no, quizás no tantas en la relación entre el PP y PSOE como en la involución de la ciudad, guiada por una política municipal que parece destinada a encontrar los límites de resistencia de la capital. Un cambio de gobierno debería abordar cuestiones tan apremiantes como este decálogo:
Plan para la salida de la recesión: a Ourense se le superponen las crisis. Para empezar, el Concello necesita una respuesta articulada para los sectores más golpeados por el covid. Aprobar unos presupuestos municipales y adaptarlos a la nueva realidad también sería una estupenda idea.
Proyectos para los fondos UE: aunque parece que el gobierno de Jácome ni se lo plantee, las entidades locales guardan un papel importante en la captación de fondos Next Generation. Ahí está la opción de perfilar eso que se suele llamar "proyectos tractores".
Recuperar la imagen: el peso del Concello se ha ido devaluando hasta desaparecer. Ni hace de puente entre lo público y lo privado, ni es interlocutor de los vecinos ni mantiene una relación normal con Xunta y Gobierno central.
Aprobar el PXOM: ¿Cuánto tiempo puede seguir Ourense sin un plan urbanístico que sirva de dinamizador económico? ¿Qué coste tiene este abandono?
Un plan de obras ambicioso
El termalismo: el Concello necesita afrontar la nueva ley autonómica para garantizar la viabilidad de las termas. Es decir, lo contrario que ha hecho Jácome. Y después está recuperar Maimón, A Chavasqueira, el hotel termal...
Plaza de abastos y concesiones: atender a los placeros completando el futuro del Mercado es tan clave como renovar la más de media docena de servicios en precario. Luego está el PERI del Casco Viejo, la ordenanza de ruidos...
Coser la herida cultural: si alguna vez Ourense fue la Atenas de Galicia, en el año 2021 está cerca de ser el Sáhara. De un alcalde se espera una cierta normalidad en el trato al teatro o la danza. O al menos que no insulte al sector.
Un plan para la llegada del AVE: la hoja de ruta es clave para coser la Alta Velocidad con la Ribeira Sacra y otros enclaves turísticos.
Plan de movilidad
Jácome dice que trabajará “hasta el último minuto"
Como observador del diálogo (?) entre PP y PSOE se sitúa Jácome. "Al margen de contingencias... trabajaré hasta el último minuto por Ourense, sea 2021, 2023 ó 2027", escribía ayer en Twitter en una de esas frases que dependiendo de la opinión que uno tenga del alcalde puede leerse como un alivio o una amenaza. En la Praza Maior él vio a lo lejos el despliegue socialista antes de subirse a un taxi y al rato escribió otro tuit con la foto de "Caballero & Villarino's Friends" en la que aseguraba que "nótase que están todos ben mantidos". Después borró el mensaje aunque lo dejó en Facebook.
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