La Región
Navidad con acento femenino: Ourense pelea en primera línea
Hay una imagen muy de estas fechas que se repite en Ourense, las luces encendidas en las calles y a pocos metros otra iluminación distinta, la de un pabellón abierto en pleno invierno. En esa segunda luz, la de los focos, la del parquet, la de la pista, se está escribiendo una de las mejores noticias deportivas de la provincia, el excelente nivel de nuestras deportistas. No es un lema bonito para cerrar el año, es una realidad sostenida en resultados, en presencia y en una cultura de esfuerzo que ya se transmite de generación en generación.
Ourense tiene mujeres que son punta de lanza por méritos propios en deportes individuales y colectivos
A veces, la conversación navideña cae en el tópico de “lo que falta”: instalaciones, recursos, apoyos, visibilidad. Es verdad que falta, y no poco. Pero conviene detenerse en lo que ya se ha conseguido. Y ahí Ourense tiene una ventaja que no siempre se celebra lo suficiente: mujeres que son punta de lanza por méritos propios en deportes individuales y colectivos, referentes que han salido de polideportivos modestos, pistas compartidas y kilómetros de carretera.
En el escaparate del baloncesto, Raquel Carrera y Paula Ginzo son dos ejemplos visibles, símbolos de que el talento puede tener origen provincial y destino internacional; en el fútbol sala, Vane Sotelo y Antía Pérez representan otra generación de éxito: internacionales, referentes y protagonistas este 2025 del bronce mundialista con España, un hito para el deporte nacional.
Pero estos nombres no pretenden ser una lista cerrada ni exhaustiva. Son solo algunos rostros conocidos de una realidad mucho más amplia: la de decenas de deportistas ourensanas que compiten, destacan y sostienen el prestigio del deporte provincial en disciplinas muy diversas, muchas veces lejos del foco mediático, pero con la misma dedicación, nivel y compromiso. Esa mezcla de excelencia y pertenencia es poderosa: cuando una niña ve a una ourensana en lo más alto, entiende que el “yo también” no es fantasía, sino camino.
Pero la buena noticia no está solo en las cimas. Está, sobre todo, en la base que crece de manera constante. Cada temporada son más las niñas y jóvenes que se federan, que se inscriben en escuelas deportivas y que encuentran en el deporte un espacio propio para competir, formarse y ganar confianza. Un crecimiento sostenido que se percibe en clubes, pabellones y pistas de toda la provincia y que apunta a un futuro con más presencia femenina, más continuidad y más referentes nacidos desde abajo.
Ese crecimiento tiene traducción directa en Ourense: más niñas y jóvenes que eligen competir, más familias que normalizan que el deporte no es “cosa de chicos” y más clubes que entienden que apostar por la cantera femenina no es una moda, sino futuro. Y hay otro cambio igual de importante, aunque menos visible en una clasificación: el avance de las mujeres en puestos de responsabilidad. Ourense aporta perfiles que rompen el molde tradicional: árbitras, técnicas, directivas, gestoras, sanitarias del rendimiento. No es un detalle menor: cuando cambian los referentes cambia también lo que una generación considera “normal” y posible.
También hablan los proyectos. El Club Voleibol Ourense ha reforzado un escaparate competitivo en categorías nacionales, arrastrando cantera y afición; en atletismo, el Club Ourense Atletismo regresó a primera división nacional con equipo femenino y resultados destacados; y en deporte de base, muchas entidades, grandes y pequeñas, siguen construyendo hábitos, equipos y comunidad, donde centenares de deportistas dan su primer paso y sostienen, día a día, la salud del deporte femenino ourensano.
La Navidad es un buen momento para recordar que el deporte educa cuando nadie está mirando: el entrenamiento de tarde cuando fuera llueve, el partido que se pierde y se vuelve a jugar, la lesión que obliga a empezar de nuevo, el estudio que se compagina con la competición. Ahí se fabrica carácter. Y cuando ese carácter lo vemos en mujeres que abren camino, el impacto es doble: compiten por ellas, y sin buscarlo, compiten también por las que vienen detrás.
Por eso, si estas fiestas tenemos que pedir algo, además de salud, pidamos una cosa sencilla: que no bajemos la mirada. Que sigamos llenando gradas y apoyando proyectos, que reclamemos igualdad de trato y de oportunidades y que sepamos valorar con la misma naturalidad un logro deportivo, ya sea un récord individual o una victoria colectiva. Ourense ya cuenta con referentes femeninos de primer nivel, el reto ahora es que esa excelencia no sea excepcional, sino habitual.
Que el año nuevo nos encuentre así: con más niñas federadas, más mujeres dirigiendo, más equipos compitiendo y más historias ourensanas que como las luces de diciembre no se encienden para decorar, sino para alumbrar camino.
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